Los coches eléctricos son la incorporación más reciente al mundo del automóvil, porque el vehículo de baterías moderno llegó a Europa en 2011. Pero, a pesar de su juventud, han entrado con fuerza en el mercado y poco a poco se van consolidando. Aunque sus inicios fueron algo dubitativos, por sus mayores precios y autonomía limitada, en apenas una década han conseguido triplicar su alcance, reducir su coste y despejar así la mayoría de dudas que generaban, convenciendo a cada vez más conductores.
La ausencia de emisiones en la circulación es su mayor argumento, pero ni mucho menos el único. Y es que presentan también costes de uso inferiores a los coches de combustión, beneficios fiscales, aparcamiento gratuito en la vía pública, una mayor amplitud a igualdad de tamaño exterior y hasta una conducción muy suave y agradable que añade, asimismo, aceleraciones más briosas.
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Además, el número de puntos de carga disponibles no para de crecer (hay ya más de 5.000 operativos en España) e incluso empieza a desplegarse una infraestructura de postes ultrarrápidos, estratégicamente distribuidos por la red de autovías y autopistas, que hacen posible ya afrontar viajes.
Cero emisiones
Su mayor argumento diferenciador. Los coches eléctricos no producen emisiones durante su funcionamiento y, por tanto, son vehículos respetuosos con el medio ambiente. No expulsan nada a la atmósfera, ni CO2 ni óxidos de nitrógeno, y carecen de hecho hasta de tubo de escape. Estas características los postulan como los modelos ideales para la circulación diaria por la ciudad y los alrededores, que es donde se suele concentrar la mayor cantidad de polución. Y no solo por el tráfico rodado, también por las calefacciones de los edificios y las obras y su maquinaría de trabajo asociada, entre otras cosas.
Ventajas fiscales
La limpieza de los coches eléctricos tiene recompensas fiscales. Al recibir la etiqueta Cero de la Dirección General de Tráfico (DGT), quedan exentos de pagar el impuesto de matriculación. Y este aspecto supone ya un ahorro importante, porque este tributo puede ser de hasta el 14,75% del precio del modelo. Pero también pagan menos impuesto de circulación. Este último depende de cada Ayuntamiento, pero en casi todas las ciudades se ofrecen rebajas y, en el caso de Madrid y Barcelona, el descuento llega al 75%.
Menores costes de uso
Los vehículos eléctricos son algo más caros que los térmicos, aunque el diferencial de precio cada vez es menor y se tiende a compensar además con el menor coste de desplazamiento. Si los coches térmicos más eficientes presentan un gasto de unos cinco o seis euros cada 100 kilómetros, en los vehículos de baterías la factura de uso baja hasta apenas 1,5 euros, por el menor precio de la electricidad frente al combustible. Además, el aparcamiento gratuito en la vía pública, en zonas SER o de estacionamiento regulado, es otra ventaja económica de peso. Y como su mecánica es más sencilla, suelen averiarse también menos y tener un mantenimiento menos intensivo y más asequible.
Autonomía en claro ascenso
La autonomía era uno de los principales puntos negativos de los primeros vehículos de cero emisiones, pero la investigación con las baterías ha logrado mejorar su densidad energética y, por tanto, el alcance que aportan. El primer coche eléctrico de la era moderna (2011) ofrecía apenas 160 kilómetros de rango, pero hoy se rozan ya los 600. Por ejemplo, un Hyundai Kona Eléctrico homologa hasta 484 kilómetros de radio de acción en su versión superior, con batería de 64 kWh. Pero incluso en la versión de acceso, que emplea una pila de 39,2 kWh, ofrece ya una autonomía muy versátil de 305 kilómetros.
Más espacio interior
Un motor eléctrico es más compacto que uno de combustión. Y, además, los coches a pilas no llevan caja de cambios ni línea de escape ni tampoco túnel de transmisión, por lo que ofrecen más espacio útil dentro de la carrocería. La mecánica, en conjunto, ocupa un 40% menos. El módulo de baterías, eso sí, es muy grande, pero tiene forma plana y se ubica en el piso del coche sin restar habitabilidad, sin afectar a la capacidad de las plazas traseras y el maletero. El resultado práctico es que, a igualdad de dimensiones exteriores, un modelo eléctrico es más amplio que uno térmico.
Respuesta inmediata
Las mecánicas eléctricas entregan toda su potencia y par desde casi el ralentí, y este aspecto se aprecia al salir desde parado, como en un semáforo, por ejemplo, porque los modelos a pilas responden antes que los de combustión e inician la marcha con mayor brío. A igualdad de potencia, un vehículo de baterías acelera mejor que uno térmico. Pero su inmediatez de respuesta presenta otras ventajas asociadas, porque permite incorporarse a una autopista o realizar un adelantamiento con gran soltura, sin tener que preocuparse de que marcha se lleva o de si el motor está en un punto de revoluciones óptimo, como sucede en los automóviles térmicos: se pisa el pedal del acelerador, y listo.
Una red de recarga cada vez más amplia
Hace no tanto este era un punto que figuraba entre los peros de los coches eléctricos, pero una red en continua y rápida expansión lo ha convertido en un punto a favor: en España ya hay más de 5.000 puntos de recarga públicos, principalmente concentrados en ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia. Pero su número no deja de crecer.
Además, junto con el aumento generalizado de postes urbanos hay que sumar la aparición de cada vez más estaciones de recarga rápida en autopista, pensadas para poder viajar, como las casi 400 que el consorcio IONITY tiene repartidas ya por toda Europa. Se trata de postes de alta capacidad, con una potencia de hasta 350 kW que permite recargar las baterías en tiempo récord. Utilizan el estándar de carga CCS, que es el más extendido hoy entre los modelos eléctricos europeos, estadounidenses y coreanos.
Recargas domésticas
No solo en la calle, también la recarga en el ámbito doméstico ha mejorado a pasos agigantados. La mayoría de vehículos eléctricos son compatibles con el enchufe de casa, aunque este tiene una potencia limitada y el tiempo de recarga subirá. Las tomas domésticas tienen 230 voltios y 10 o 16 amperios, por lo que pueden ofrecer 2,3 o 3,2 kW. Mucho más interesante es la alternativa del wallbox, que algunas marcas como Hyundai incluyen en la compra de sus modelos eléctricos con su programa Full Electric. Full Care. Estos cargadores operan en modo trifásico, soportan hasta 32 amperios y terminan por ofrecer hasta 7,4 kW. Y así, recargar una batería de 39,2 kWh podría llevar más de 12 horas con el enchufe normal, pero podría bajar a menos de la mitad con el wallbox de 7,4 kW.
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