Dentro de la gama del Volkswagen Golf, el GTI es el más deportivo de las variantes normales, un peldaño por debajo de la versión R. Sin embargo, ya en la generación pasada del modelo Volkswagen introdujo una versión entre ambas, el GTI Clubsport, que supone una vuelta de tuerca al mito y que, en su octava venida, es todavía mejor que su predecesor.
La variante aumenta su agresividad estética gracias a unos paragolpes específicos con una enorme entrada de aire en el delantero, faros LED, un alerón trasero y llantas de 19 pulgadas.
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Tampoco falta la característica línea roja que une los grupos ópticos delanteros y, además se añaden unos vinilos decorativos en los faldones laterales.
El interior del Volkswagen Golf GTI Clubsport mantiene esa imagen deportiva gracias a unos asientos específicos con tapicería bitono y costuras de contraste en rojo, a los pedales de acero inoxidable o al volante achatado en la parte inferior y forrado en cuero, entre otros elementos.
Lo que importa, sin embargo, es lo que se encuentra bajo el capó. Emplea el mismo motor 2.0 TSI del GTI convencional, pero convenientemente ajustado para elevar su potencia hasta los 300 CV y su par máximo hasta los 400 Nm. Se combina con una caja de cambios DSG de siete relaciones (con las marchas más cortas) y con un sistema de tracción delantera equipado con un diferencial electromecánico. Además, tiene frenos más potentes, una suspensión adaptativa con un tarado más rígido y 15 milímetros más baja, y la dirección tiene una puesta a punto específica más directa.
Con todo ello asegura un comportamiento dinámico todavía mejor que el del Golf GTI normal. Anuncia una aceleración de 0 a 100 km/h en menos de seis segundos y una velocidad máxima que está limitada a 250 km/h.
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