España se encuentra muy lejos de ser considerado como un país favorable al crecimiento de los vehículos electrificados. Las ventas de coches sin emisiones continúan siendo residuales, no solo por el elevado precio de estos modelos sino también por las incertidumbres que una red de recarga muy limitada genera entre los usuarios.
El precio de la energía tampoco representa un incentivo en esta transición de la movilidad con motores de combustión a la electrificación. La inversión que requiere la adquisición de un coche de estas características es elevada, un sobreprecio respecto a modelos equiparables de gasolina o diésel que se debe amortizar gracias al ahorro que supone la recarga de las baterías frente al llenado de los depósitos con estos combustibles.
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Cargar un coche eléctrico en España
Sin embargo, España figura en el pelotón de cola de Europa en lo que al precio de la electricidad se refiera. Así lo revela un reciente estudio de Switcher, una compañía irlandesa dedica a las comparativas de productos básicos para ofrecer las mejores alternativas a sus usuarios.
Tomando como base los coches eléctricos más vendidos en estos países (según los datos de JATO) y el precio medio de la electricidad domésticas (valoraciones de Eurostat) han calculado el coste de la recarga de una batería media y el gasto que supone recorrer 100 kilómetros con uno de estos vehículos, apreciándose diferencias muy significativas entre unos y otros.
Switcher señala que las diferencias de precios entre los diferentes países se deben fundamentalmente a tres factores: la situación geopolítica de cada uno de ellos, el porcentaje de energías de origen renovable y complementos como los impuestos, las tasas y o también las subvenciones.
Los países más baratos
El país analizado con el precio de la electricidad más barato es los Países Bajos, que queda en 0,05 euros por kWh. Esto representa que recargar una batería media (en torno a los 50 kWh) cueste a sus ciudadanos 2,74 euros, mientras que recorrer un centenar de kilómetros suponga un gasto de tan solo 0,80 euros, referido a un consumo medio de 16 kWh en esa distancia.
El estudio justifica que los Países Bajos ocupen esta privilegiada posición (superando entre los primeros a Kosovo, Georgia y Serbia) gracias a las subvenciones gubernamentales a la movilidad sin emisiones y el apoyo financiero a los ciudadano para la adquisición de este tipo de soluciones.
El país del entorno más cercano a España con las condiciones más ventajosas es Francia, con un precio de 0,21 euros el kWh, 12,65 euros la recarga de la batería y 3,71 euros el recorrido de 100 kilómetros. Una diferencia apreciable respecto a los Países Bajos y que refrenda lo acertado de las políticas medioambientales de este país.
España, mal parada
En absoluto envidiable resulta la situación de España en este contexto. Por detrás de Dinamarca, Bélgica, Alemania e Italia, ocupa la quinta peor posición en la clasificación, con un precio medio por kWh de 0,31 euros, que exige 18,63 euros para la recarga de la batería y 5,46 euros para recorrer 100 kilómetros.
Son precios, obviamente, muy por debajo de los necesarios para desplazarse en la misma distancia con combustibles convencionales y motores de explosión, pero también lejanos de la referencia europea en este aspecto.
El estudio recalca el esfuerzo que España realiza con subvenciones a nivel nacional y autonómico para la compra de vehículos electrificados, aunque en todo caso se ve penalizado por el precio de la electricidad y la escasa infraestructura pública de recarga.
Un detalle a tener en cuenta es que Dinamarca, con más de 200.000 eléctricos puros circulando, es el país más caro de los analizados. El coste general de la vida y la retirada paulatina de las ayudas públicas a esta tecnología provoca tal circunstancia, un fenómeno coyuntural de incentivos que puede llegar a repetirse en otros mercados por la carga financiera que supone para los gobiernos que los aplican.
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Una vida sobre ruedas. De piloto (malo) de motocross a periodista deportivo en Diario AS, incluyendo una década en los grandes premios de MotoGP. Apasionado de los coches y las motos, en más de 30 años ha tenido el privilegio de probar unos cuantos cientos de unos y de otras. Ahora, subdirector en Prisa Motor.