La pandemia de la COVID-19, la crisis de los microchips y sucesivas perturbaciones logísticas en la cadena industrial han provocado que en los últimos años los compradores hayan tenido que esperar más tiempo para recibir sus nuevos vehículos.
Es una circunstancia que, en los casos de los modelos más exclusivos, se ha alargado todavía más ante la impaciencia creciente de un tipo de cliente muy exigente y que, por lo general, no quiere resignarse a aguardar más de un año para recibirlos.
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Se trata de un fenómeno generalizado y uno de los factores que ha hecho crecer significativamente el mercado de segunda mano en todas las categorías. Pero también la picaresca de algunos compradores que intuyen un buen negocio a la vista porque hay clientes que están dispuestos a pagar más por conseguir antes su vehículo (al estilo que ocurre con otros productos limitados, como los relojes lujosos).
La lista negra
Ante la aparición de estos avispados intermediarios ya hay marcas muy exclusivas que han tomado medidas al respecto: Rolls-Royce ha anunciado la elaboración de una lista negra de potenciales clientes a los que no volverá a vender ninguno de sus coches.
La decisión ha sido provocada durante el lanzamiento del Spectre, primer modelo eléctrico de esta prestigiosa marca que, por su exclusividad y avanzadísima tecnología, anuncia plazos de entrega superiores a los 15 meses. Una prolongada espera que ha sido además agravada por un desbordamiento en la demanda y que muchos de los habituales y potentados clientes de la marca están dispuestos a acortar pagando un sustancioso sobreprecio.
Para evitarlo, Torsten Müller-Ötvos, director general de Rolls-Royce Motor Cars, ha anunciado tan drástica medida. Cualquier persona que intente obtener un provecho con la reventa del Spectre “será inmediatamente inscrito en una lista negra», que le impedirá para siempre adquirir alguno de estos famosos coches fabricados en la localidad inglesa de Goodwood.
Y es que el Spectre, un cupé de cuatro plazas eléctrico con 584 CV y 520 kilómetros de autonomía, que acelera de cero a 100 km/h en 4,4 segundos, anuncia un precio a partir de 400.000 euros. Tarifa básica que puede ascender fácilmente a los 500.000 euros después de la minuciosa personalización elegida por cada cliente.
No es extraño pues que la cuantiosa ganancia por revender algún ejemplar sea pero que muy tentadora para muchos de los numerosos clientes que ya están inscritos la lista de espera para recibir su nuevo Spectre. Aunque a riesgo de pasar a ser incluidos de por vida en esa fatídica lista negra elaborada desde ahora por Rolls-Royce.
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