Los coches eléctricos siguen siendo más caros, pero con el Plan Movea y los descuentos rozan la competitividad. El más asequible es el Nissan Leaf, 21.660 euros con los 10.000 de rebaja que tiene ahora, casi como un compacto tipo Golf de su tamaño. Le siguen el Renault Zoe (26.885) y el Hyundai Ioniq (27.300). Y el Volkswagen e-Golf y el BMW i3 suben a 29.600 y 30.520 euros con ayudas incluidas.
El sobreprecio se puede amortizar con el aparcamiento gratuito en zonas reguladas o peajes libres en algunas autopistas. Pero su gran ventaja es el coste de combustible. Con la tarifa eléctrica normal, los coches de la prueba recorren 100 kilómetros con 1,5 euros (6,5 euros los diésel más eficientes) y con 10.000 al año se ahorran unos 5.000 euros. Con la tarifa valle, el coste baja a 0,5 euros/100 kilómetros. Y el mantenimiento es mínimo: no llevan filtros ni aceites, y las pastillas y neumáticos duran más.
El equipo de serie es bueno en todos: climatizador, control de velocidad, ordenador de viaje, navegador (salvo el BMW), llantas de aleación de 16 pulgadas (19 en el i3 y de 15 y acero el Zoe), sensores de lluvia y faros (salvo el Nissan y el Renault) y acceso manos libres (menos el i3 y el e-Golf). Pero los últimos suman sensores de aparcamiento delante y atrás; el Ioniq, los traseros, pero con cámara para aparcar, como el Leaf. El BMW no tiene elevalunas eléctricos atrás y en el Zoe son opcionales. Pero el VW es el más completo: pantalla de 9,2 pulgadas, instrumentación Digital Cockpit y más detalles.
El equipo de seguridad es como el de los coches de su tamaño: seis airbags (cuatro en el Zoe), ABS, ESP y sensor de presión de ruedas. El VW y el Hyundai suman otro airbag de rodilla y la frenada automática en ciudad (City Assist), que el e-Golf completa con el radar antichoque ACC. El comportamiento dinámico es noble y correcto para su planteamiento y prestaciones, pero todos acusan el peso de las baterías y el menor agarre de los neumáticos ecológicos.
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