Cómo evitar que el calor convierta el coche en una trampa muy peligrosa 

Las temperaturas extremas ponen en riesgo la salud, pero en el interior del vehículo el riesgo se multiplica y las consecuencias también.

Un coche aparcado a pleno sol puede convertirse en una trampa mortal y este verano los registros globales han batido récords en muchos países donde antes no eran habituales este tipo de fenómeno meteorológico.  

Ya no hace falta viajar a zonas especialmente cálidas para sufrir temperaturas muy elevadas que, en pocos minutos, pueden calentar muchísimo el interior de los automóviles y seguir subiendo hasta alcanzar hasta 80 grados centígrados con tan solo una hora de exposición directa al sol. 

A la vista de este calor extremo, el club de automovilistas de Suiza (TCS) ha realizado un estudio y publicado una serie de consejos para evitar poner en peligro a los conductores y a los ocupantes de los vehículos que se vean afectados por los rigores del presente verano. 

Riesgo mortal

Las principales conclusiones del estudio elaborado por la asociación de automovilistas helvética consideran que, a partir de los 40 grados, ya resulta peligroso permanecer en el interior de un vehículo. 

Por lo tanto, la primera precaución será evitar siempre esta circunstancia y no dejar jamás a niños o animales dentro de un automóvil expuesto al sol, incluso por poco tiempo. Los plásticos y guarnecidos del interior de la carrocería pueden alcanzar muy fácilmente los 45 grados, que son ya suficientes para producir quemaduras y lesiones en la piel de los más pequeños. 

Y si se prolonga la permanencia en el interior de un coche recalentado, se puede generar con celeridad una deshidratación extrema que desemboque en una situación de riesgo mortal para el organismo.

Sorprendente conclusión  

Es por ello que el TCS recomienda antes de acceder a un vehículo que ha estado un tiempo expuesto al sol canicular airearlo bajando las ventanillas. Y, antes de iniciar la marcha, habrá que reducir la temperatura del habitáculo mediante el aire acondicionado y en no más de seis grados respecto al exterior para que la diferencia no resulte excesiva y el contraste tan brusco perjudique a los ocupantes.  

Para evitar que el coche alcance estas elevadas temperaturas, el estudio concluye que lo mejor es dotarlo de parasoles en las lunetas. Este sencillo accesorio resulta muy eficaz ya que en un estudio comparativo del TCS se ha demostrado que los coches expuestos al sol sin un parasol instalado en el parabrisas alcanzaron una temperatura interior de 77 grados mientras que los que fueron protegidos con uno, rebajaron el registro del termómetro hasta los 37, es decir, una diferencia de nada menos que 40 grados.   

Y otra sorprendente conclusión del estudio es que, bajo condiciones tan extremas de insolación, el color de la carrocería no influye tanto como se cree sobre el calentamiento del interior del vehículo. Las mediciones revelaron que a la larga la ventaja es minima ya que, aunque al cabo de 20 minutos de exposición los colores oscuros absorbían más calor y elevaban antes el termómetro, con mayor tiempo de exposición la temperatura interna se iba igualando con la de los automóviles de colores más claros. 

El hábito inútil de dejar ventanillas abiertas

Otro llamativo descubrimiento en este informe es que la costumbre de dejar las ventanillas parcialmente abiertas no resulta eficaz para moderar las temperaturas en el interior. Las mediciones en las pruebas han demostrado que este extendido hábito apenas reducía dos grados la temperatura del habitáculo tras una exposición de 30 minutos a pleno sol.

Sin embargo, mantener un breve tiempo las ventanillas abiertas después de ponerse en marcha si funcionó para refrigerar el interior de forma rápida antes de conectar el aire acondicionado.  

El reciente análisis también ha tenido en cuenta las consecuencias del calor extremo sobre el propio vehículo. Afortunadamente, las temperaturas elevadas como las que se están dando este verano no plantean problemas mecánicos a los vehículos modernos que reciban un correcto mantenimiento.  

Y esto también es válido para los coches eléctricos. Las baterías, al estar generalmente ubicadas en la parte más baja del chasis, no se encuentran expuestas de forma directa al sol. Además, funcionando con una temperatura ambiente de 35 grados, durante las pruebas su autonomía solamente disminuyó un 4% respecto a la habitual bajo un clima más templado. 

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