Uno de cada cuatro fallecidos en la carretera en 2022 viajaba sin cinturón de seguridad. La mitad de esas víctimas, dice la Dirección General de Tráfico (DGT), “podría haberse salvado” si hubieran usado el sistema de retención, que es obligatorio desde 1992. Salvo en algunos casos.
Excepciones a la regla
En su artículo 117, el reglamento de circulación establece que “el conductor y los ocupantes de los vehículos estarán obligados a utilizar, debidamente abrochados, los cinturones de seguridad homologados, tanto en la circulación por vías urbanas como interurbanas”.
Sin embargo, el mismo texto señala un par de artículos más adelante algunas circunstancias concretas en las cuales podrán circular “sin los cinturones u otros sistemas de retención homologados”:
- Los conductores cuando realizan una maniobra de marcha atrás o de estacionamiento.
- Las personas provistas de un certificado de exención por razones médicas graves o discapacitadas.
- Los conductores de taxis cuando estén de servicio [en poblado]. Asimismo, podrán transportar a personas cuya estatura no alcance los 135 centímetros sin utilizar un dispositivo de retención homologado adaptado a su talla y a su peso, siempre que ocupen un asiento trasero [y solo en áreas urbanas].
- Los distribuidores de mercancías, cuando realicen sucesivas operaciones de carga y descarga de mercancías en lugares situados a corta distancia unos de otros.
- Los conductores y pasajeros de los vehículos en servicios de urgencia.
- Las personas que acompañen a un alumno […] durante el aprendizaje de la conducción […] y estén a cargo de los mandos adicionales del automóvil.
Siete detalles sobre el cinturón de seguridad
Orígenes. El cinturón de seguridad empezó a utilizarse en los aviones en los años treinta y fue Ford la primera marca que lo instaló en sus coches. Fue en 1956 y los cinturones eran de dos puntos. Tres años después, un ingeniero de Volvo creó el cinturón de tres puntos, que se generalizó en los turismos cuando la marca liberó la patente. En España son obligatorios en vías interurbanas desde 1974 (los delanteros) y en cualquier circunstancia desde 1992 (incluidas las plazas traseras).
Las razones para llevarlo. El cinturón de seguridad reduce a la mitad el riesgo de muerte en caso de colisión, según la Dirección General de Tráfico (DGT). Cuando se produce un impacto seco, todo aquello que va suelto en el interior del habitáculo sale disparado a la misma velocidad a la que iba el vehículo.
A 50 km/h, una persona de 70 kilos tendrá una fuerza de impacto de más de 3.500 kilos. A 80 km/h los pasajeros de atrás son proyectados contra los de delante con una fuerza equivalente al golpe de una bola de 1.200 kilos a 10 km/h.
Una multa común. A pesar de que las ventajas de su uso, todavía hay muchos conductores y pasajeros que no utilizan el cinturón de seguridad. En 2022, el 1,9% de las multas que formuló la DGT fue por este motivo, según un informe de Automovilistas Europeos Asociados.
La cuantía de la sanción. Aparte del peligro para la vida, circular sin cinturón de seguridad o colocárselo en marcha es infracción grave: significa exponerse a una multa de 200 euros y a perder cuatro puntos.
Cuidado en la ITV. Llevar en mal estado el dispositivo de retención se considera falta grave en la inspección técnica de vehículos. Si el cinturón no se bloquea tras un tirón brusco o no se enrolla correctamente, no podrás superar la ITV.
Cómo debe colocarse. El cinturón de seguridad ha de colocarse sin dobleces y bien ceñido para que de verdad sujete el cuerpo, y sin prendas de abrigo que impidan esta función. Por arriba, la cinta debe estar situada entre el cuello y el hombro y en el centro del pecho. La parte inferior ha de apoyarse sobre las caderas, por debajo del abdomen. Si se coloca más arriba puede producir daños internos o causar el efecto submarino (que el cuerpo se deslice bajo el cinturón).
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Periodista especializado en seguridad vial. Editor y redactor de El Motor desde 2016. Empezó a escribir de fútbol en 1998 en Diario 16 y ha trabajado en varios proyectos de Prisa Media desde 2000. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra, es autor de ‘Aquí no se rinde ni Dios’ (2020).