Su propósito es avisar de la presencia de un dispositivo que, unos metros más adelante, estará controlando la velocidad de los vehículos. Sin embargo, las señales de radares que se ubican en los arcenes o en los pórticos no siempre surten el efecto deseado.
En muchas ocasiones causan cierto miedo entre los conductores, que, al verlas, frenan o ralentizan su ritmo. Como resultado, se crea una congestión y así es como se forman los atascos: sobre todo cuando el tráfico ya es denso.
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Probablemente, esto no ocurriría si los conductores supieran la distancia que hay entre estas señales de tráfico y los propios radares. En España, especialmente en las autovías, suele colocarse, aproximadamente, un kilómetro antes del radar.
Eso sí, esto no está regulado como una distancia fija obligatoria y, por lo tanto, no hay un parámetro único y concreto. Variará dependiendo del tipo de vía y del criterio de instalación.
Distancia fija en Francia
En Francia, sin embargo, la distancia entre la señal y el dispositivo de control de velocidad es casi siempre la misma. Según el tipo de vía en la que esté instalado, la diferencia será de unos pocos metros: eso sí, cuanto mayor sea el límite de velocidad de la carretera, más lejos estará.
Así las cosas, en carreteras cuyo límite es de 70 km/h, se debe dejar 300 metros entre la señal y el radar. En vías limitadas a 80 o 90 km/h la distancia será de 400 metros, mientras que en autovías y autopistas será de 600. Estas cifras pueden variar en unos 50 metros según el entorno.
Una iniciativa de las autoridades
En Francia, no existe ninguna ley que obligue a informar de la proximidad de un radar. Sin embargo, las autoridades han optado por instalar una señal antes de cada radar fijo. Los que no están señalizados son los móviles (tanto los ubicados en vehículos policiales o como los de empresas privadas) o los de semáforo en rojo.
Este movimiento, probablemente, se llevó a cabo para calmar el descontento de los conductores franceses. No en vano, en los últimos años, han visto cómo se multiplicaba la presencia de los cinemómetros en las carreteras galas: en 2025, hay 4.160 y 880 pedagógicos.
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Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.
