¿El aditivo es la gran mentira de la gasolina? La mayor distribuidora de combustibles de España responde a la duda

“Digo las cosas como las pienso”, avisó el consejero delegado de Plenergy, José Rodríguez de Arellano, en una entrevista con EL PAÍS hace unas semanas, y se produjo una pequeña explosión en el sector del carburante cuando, una línea más abajo, dijo lo que pensaba: “Esa es la gran mentira. Nosotros compramos el aditivo que recomienda Exolum. Pero ni vale nada, ni vale para nada. Ponemos el aditivo porque la gente piensa que el aditivo es bueno. ¿Por qué ningún organismo independiente ha podido demostrar que uno es mejor o diferente que otro? El aditivo no tiene importancia para el motor”. 

La compañía logística aludida en la entrevista piensa lo contrario sobre ese añadido químico que se mezcla con los carburantes, y así lo argumenta en una conversación por videollamada el director de Aviación y de la unidad de negocio de España de Exolum, Jorge Guillén: “Un combustible que cumpla la especificación lo metes a un motor y el motor no se estropea, pero pensamos que los aditivos tienen un efecto positivo tanto en el rendimiento como en la duración y la reducción de averías. Y no es una afirmación gratuita”.

Por si hay dudas, Guillén añade que no es “una burra” que vendan ellos ni las petroleras. “Los fabricantes de motores, no los de combustibles”, reconocen los beneficios de estos componentes. Y cita el documento World Wide Fuel Charter, la Carta Mundial de Combustibles, una publicación técnica de la industria automovilística con recomendaciones sobre su uso a los fabricantes de combustibles. 

Lubricidad del combustible

Guillén también menciona otros estudios y pruebas de laboratorio, como este publicado en SciencieDirect. Estos compuestos químicos “son cada vez más importantes para controlar la formación de depósitos” carbonosos en los inyectores, circunstancia que “puede afectar a la cantidad de combustible inyectado y al patrón de pulverización”, sostiene el texto, que señala también la validez de ingredientes de este tipo para mejorar la ignición.

Otros artículos técnicos respaldan, por ejemplo, su necesidad para “mejorar la lubricidad del diésel” dada la disminución del nivel de azufre en los combustibles actuales.

La inmensa mayoría de los millones de litros de gasolina y gasoil que se dispensan en España los incluyen. Los de las propias marcas o los de Exolum, antigua Compañía Logística de Hidrocarburos, principal distribuidora de refinados en España.

Después de recibir el combustible de las refinerías, lo transporta a sus instalaciones de destino y es allí donde los camiones cisterna se conectan a los cargaderos: por un tubo reciben la gasolina o el diésel y por una tubería más fina, con un dosificador, va añadiéndose ese producto específico.  

La ‘receta’ de la gasolina

Los clientes con formulación propia (por lo general, las principales petroleras) llevan sus complementos ya formulados a los centros logísticos y piden la ‘receta’ concreta para cada combustible. Así lo sintetiza Guillén: “El cliente nos dice: ‘Oye, no sé cuántas partes por millón de aditivo por cada litro de combustible’. Y nosotros la inyectamos en el brazo de carga y hacemos que llegue al camión con un dosificador automático”.

Quien no dispone de una fórmula magistral propia recurre a la del distribuidor logístico. “Tenemos un aditivo que compramos a especialistas químicos y ofrecemos ese servicio para clientes que no tienen el suyo propio o para quienes prefieren añadir el nuestro en algunas de sus formulaciones”, expone Guillén.

¿Y existe la posibilidad de que alguien ponga en marcha una estación de servicio y compre a la compañía logística solo el combustible, sin ingredientes extra? “Sí, claro. Sí. Y esa gasolina puede ser igual de… Bueno, igual no, pero el coche funciona. El coche funciona, es decir, cuando abres el depósito, el fabricante de automóviles ahí te pone [una pegatina que dice] E5 o B10. Esa es una especificación europea y lo que te está diciendo el fabricante es: ‘Oye, si tú le metes aquí algo que cumple esa especificación, el coche funciona”. 

Esos códigos, respectivamente, indican que se trata de gasolina con un 5% de etanol (también la hay E10) y diésel con un 10% de biodiésel (existe la B7). Y, aunque no es común, existen gasolineras que venden combustible y nada más. “Sí, hay casos, hay casos. Hay quien va a puro bajo coste y no mete [aditivos]”, asume Guillén. 

Para saber la composición de una gasolina en particular, basta con buscar la información en la propia estación de servicio o en la web del operador. “Esto ya depende de la transparencia de cada operador, pero la inmensa mayoría dicen si meten aditivo. Hay operadores pequeños que indican que usan el aditivo que ofrece Exolum. Y si no te dicen nada, pues se entiende que no meten”, concluye el responsable de la unidad de negocio España de la compañía logística.