Explica la Dirección General de Tráfico (DGT) que no todos los accidentes son iguales. Por ello, las lesiones que pueden sufrir el conductor y los ocupantes varían según el tipo de siniestro: colisión frontal, lateral, alcance o vuelco. Cada escenario implica riesgos distintos y uno de los más llamativos es el inevitable efecto conocido como ‘bolsa de papel’.
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Centrando el foco en las colisiones frontales, en este tipo de impacto es habitual que los ocupantes se desplacen hacia delante con gran fuerza. Si no llevan puesto el cinturón de seguridad, seguirán su trayectoria hasta chocar contra algún elemento que detenga su movimiento, como el salpicadero o el parabrisas. En los casos más graves, la violencia del golpe puede incluso expulsarlos fuera del vehículo, lo que incrementa el riesgo de lesiones mortales.
La lesión de la bolsa de papel
Cuando el conductor y sus acompañantes sí llevan el cinturón, entran en juego otros factores, como la activación del airbag. Aun así, el desplazamiento será inevitable y puede producirse en dos direcciones: por encima o por debajo del volante.

Cada movimiento tiene consecuencias distintas. Si el cuerpo se desliza hacia abajo, bajo el volante, aparece el llamado efecto submarino, que suele provocar lesiones en las piernas y abdomen. Si ocurre lo contrario, hacia arriba y por encima del volante, surge la temida lesión conocida como bolsa de papel, que afecta directamente a los pulmones.
¿Por qué se produce? Según la DGT, ocurre cuando el conductor, como reflejo defensivo, realiza una inspiración profunda y retiene el aire anticipándose al impacto. Si el golpe se concentra en el tórax, los pulmones pueden estallar, igual que revienta una bolsa de papel inflada al recibir un golpe brusco. Este fenómeno, aunque poco conocido, es extremadamente peligroso.

Los efectos de un accidente frontal
Este no es el único daño posible. También son frecuentes los traumatismos craneoencefálicos, provocados por el choque de la cabeza contra el parabrisas, el marco, el pilar delantero, el volante o, incluso, el retrovisor.
Además, se registran con frecuencia fracturas en las costillas, lesiones en órganos torácicos, daños abdominales (por el impacto del volante o la fuerza de aceleración) y lesiones cervicales, ya que la columna absorbe parte de la energía del golpe. Todo ello demuestra que, incluso con sistemas de seguridad, las consecuencias de una colisión frontal pueden ser devastadoras.
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