Dentro de todas las partes mecánicas de un vehículo, hay algunas que son más de conocimiento general y otras más específicas de las que muchos conductores pueden incluso no haber oído hablar. Sin embargo, ese desconocimiento no implica que no puedan causar problemas graves, como es el caso del guardapolvos del coche.
También conocido como fuelle, es, a priori, la parte menos importante del sistema de transmisión. Sin embargo, en realidad desempeña una función clave para que no se produzcan averías graves. Para saber su cometido hay que repasar cómo funciona la transmisión.
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El movimiento del motor se transmite a una serie de componentes (embrague, caja de cambios y árbol de transmisión) hasta llegar al diferencial, que está en el eje motriz del vehículo.
Desde este salen los palieres, uno por rueda, que son barras articuladas que lo conectan con las ruedas. Esto es posible gracias a las juntas homocinéticas, que se encargan de transmitir el giro aunque el palier no esté alineado con el eje de la rueda.
La función del guardapolvo
Las juntas están protegidas por los fuelles o guardapolvos, que, como su nombre indica, protegen las juntas del polvo y la suciedad exteriores. Además, hacen que se mantenga en el interior la grasa que mantiene todo el sistema lubricado para que opere de la manera debida.
Si se rompen, no hay una avería inmediata, pero se produce un deterioro progresivo: empezará a salirse la grasa, además de que entrará la suciedad (polvo, agua o tierra). Esto provocará un desgaste paulatino del sistema, que ocasionará incluso que el palier se doble y deje de funcionar correctamente.
Así, se notarán más vibraciones al volante, que al principio solo serán molestas. Sin embargo, el desgaste irá cada vez a más, hasta el punto de que el palier puede acabar rompiéndose.
Una avería de este tipo no implica un paso obligado por el taller, pero sí al menos contar con un espacio de trabajo y cierta habilidad. En el mejor de los casos, se podrá utilizar un guardapolvos universal, que sea muy elástico y pueda colocarse sin desmontar toda la estructura. En el peor supuesto, será necesario desacoplar el palier del diferencial o de la rueda, un proceso complejo que es recomendable dejar en manos de expertos.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.