Los intermitentes son fundamentales para la seguridad durante la circulación: su uso correcto evita alcances, atropellos y otros siniestros en la vía. Aun así, los conductores no siempre los usan de forma correcta o en los momentos necesarios: las rotondas son el mejor ejemplo de esto.
Muchos de los incidentes que tienen lugar en una rotonda ocurren por una señalización incorrecta o a destiempo de los conductores. Y es que la mayoría de los conductores desconocen (o han olvidado) cómo usar los intermitentes en estas intersecciones.
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Explica la Dirección General de Tráfico (DGT) que hay tres momentos clave cuando se aborda una rotonda: la entrada, la circulación interior y la salida. Y es necesario tener claro cómo actuar en cada uno de ellos.
Intermitentes al entrar a una rotonda: ¿sí o no?
Según un estudio de la compañía de seguros AXA, la aproximación y el acceso a la rotonda son momentos críticos: es entonces cuando se producen más de la mitad de los accidentes (54%).
A pesar de ello, la DGT deja claro que los intermitentes no son necesarios al entrar a una rotonda. Tampoco hace falta usar el indicador izquierdo para informar al resto de conductores de que no se va a tomar la siguiente salida, se va a mantener en ese carril y va a permanecer dentro de la glorieta.
Cambios de carril y salidas
No obstante, dentro de la rotonda sí es obligatorio advertir con el intermitente los cambios de carril y las salidas. El objetivo es evitar el riesgo que supone sorprender a los conductores que circulan por detrás y a los que acceden a la intersección.

Los conductores deberán circular por el carril exterior siempre que esté libre y usarán los demás para adelantar. En las glorietas situadas dentro de zonas urbanas, podrán elegir el que más convenga a su destino.
La Dirección General de Tráfico aconseja, además, señalar con suficiente antelación la salida de la rotonda encendiendo el intermitente. En este sentido, hay que tener presente que la norma obliga a abandonar la glorieta por el carril exterior derecho para evitar una de las infracciones clásicas: la ‘cruzada’ desde el interior.
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