Cada año se instalan en España entre 14.000 y 16.000 bolas de remolque en turismos. Estas cifras son estimaciones basadas en matriculaciones de remolques y portaequipajes, ya que no existen cifras oficiales contrastadas sobre el número exacto de bolas de remolque instaladas. La cifra refleja el crecimiento sostenido de este accesorio, cada vez más habitual tanto para fines laborales como de ocio. Su popularidad no deja de aumentar, y con ella, la necesidad de conocer su correcto mantenimiento.
Más información
La bola de remolque se ha convertido en un elemento común en muchos turismos. Se instala para llevar remolques, portabicicletas o incluso pequeñas caravanas. Su diseño robusto transmite la sensación de no necesitar mantenimiento alguno. Pero no es del todo cierto. Aunque es un accesorio fuerte, requiere cierta conservación básica para garantizar su buen estado a lo largo del tiempo.

¿Qué cuidados necesita?
El mantenimiento es mínimo, pero importante. Lo primero es revisar periódicamente el estado de la bola y su anclaje. Si se observa óxido, conviene limpiarlo con un cepillo metálico suave y aplicar grasa protectora. Esta capa ayuda a evitar la corrosión, especialmente si el coche duerme en la calle o se utiliza en zonas húmedas. Además, reduce la fricción entre la bola y el enganche, consiguiendo una mayor libertad de movimientos, ya que la grasa añadida, facilita la conexión y desconexión de ambos componentes.
También es recomendable comprobar el apriete de los tornillos de fijación. Aunque suelen mantenerse firmes, un repaso una o dos veces al año puede evitar problemas mayores. El enganche del remolque, también conocido como acoplador, que se coloca sobre la bola de remolque, es necesario que esté bien engrasado para garantizar su protección, reducir la fricción, facilitar el montaje, el desmontaje y beneficiarse de un viaje más silencioso.

Bola desmontable
Si la bola es desmontable, el dueño del vehículo debe asegurarse de montarla y desmontarla con regularidad. Así se evita que el mecanismo se bloquee con el paso del tiempo. Además, es importante guardarla en su funda original y en un lugar seco para que no se deteriore.
En definitiva, dedicar unos minutos al año al mantenimiento de la bola de remolque puede marcar la diferencia entre un viaje tranquilo o una sorpresa desagradable en carretera. No cuesta mucho, pero suma en seguridad. Y según las autoridades, al volante, siempre hay que buscar la mayor seguridad.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, X o Instagram