En los Países Bajos, la bicicleta no es solo un medio de transporte: es parte esencial de la identidad nacional. Con más bicicletas que habitantes, el país ha convertido el pedaleo en una forma de vida, integrándolo en su cultura urbana, sus políticas de movilidad y su infraestructura vial.
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Desde niños hasta adultos, millones de neerlandeses se desplazan a diario sobre dos ruedas, ya sea para ir al trabajo, al colegio o simplemente para disfrutar del entorno. Esta apuesta por la movilidad sostenible ha convertido a los Países Bajos en un referente mundial en ciclismo urbano. Sin embargo, esta misma popularidad está dando lugar a nuevos desafíos en la seguridad vial, especialmente cuando cae la noche.
Real Club de Viajeros de Holanda
Lo que comenzó como una medida de seguridad para los ciclistas se ha convertido en una fuente de riesgo para todos los usuarios de la vía. Según el último estudio del Real Club de Viajeros Holandés (ANWB), el 66% de los encuestados afirma haber sido cegados regularmente por luces de bicicletas.
No solo los conductores lo sufren, sino que, otros ciclistas también pierden visibilidad en plena marcha. La escena se repite cada noche: una luz blanca intensa aparece en la distancia, y en lugar de ayudar a distinguir el camino, lo borra por completo. El resultado es una mancha luminosa que impide ver el arcén, el carril bici o incluso a otros usuarios.
Sin normas claras
El estudio revela que un 18% de los encuestados se siente deslumbrado con frecuencia, mientras que un 44% lo experimenta ocasionalmente. Además, un 36% se ve confundido por luces intermitentes, que ni siquiera están permitidas por la normativa actual.
El problema se agrava por la falta de regulación. En países como Alemania o Francia ya existen normas sobre la intensidad y dirección de los haces de luz. En cambio, en Países Bajos —y en muchos otros lugares— sigue vigente una legislación pensada para las antiguas luces de dinamo.
La paradoja de la visibilidad
El propósito de utilizar una iluminación de primer nivel es excelente: los ciclistas quieren ser vistos. Pero algunos lo llevan al extremo, utilizando luces tan potentes como las de una moto. Otros, en el lado opuesto, circulan sin iluminación adecuada, lo que los convierte en sombras móviles.
Según el Ministerio de Infraestructura neerlandés, uno de cada cuatro ciclistas circula sin buena iluminación. Esto genera una paradoja peligrosa: unos deslumbran, otros desaparecen y al final acaban creando un problema al resto de los usuarios de la vía por la que circulan.
Propuestas lógicas
La ANWB pide actualizar la normativa sobre iluminación en bicicletas: limitar la potencia, controlar la dirección del haz y prohibir los parpadeos. Además, lanzarán una campaña en diferentes medios para concienciar sobre el uso responsable de la luz.
Entre las recomendaciones: usar luz blanca o amarilla delante y roja detrás, evitar luces intermitentes, y ajustar el foco hacia el suelo. Con estas medidas, se puede reducir hasta en un 20% el riesgo de accidente nocturno.
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Entusiasta del motor en toda su magnitud, preferiblemente los V12. Le dijeron que cuatro ruedas eran mejor que dos, por eso se compró otra moto. Claro que también le apasiona cuando van las cuatro juntas. Ha trabajado como creativo publicitario para muchas marcas de coches y motos e hizo la mili en esto de juntar letras en la editorial Luike.
