Era ligero, manejable casi como una bici, de mecánica simple y duradera. Asequible. Por eso cientos de miles de españoles se compraron un Vespino entre 1968 y 2000. El ciclomotor que puso a un país sobre dos ruedas, la pequeña máquina que muchos ansiaban desde niños, habría cumplido ahora 50 años.
Aquella triunfante vida del Vespino no se entiende sin la Vespa, que salió a la calle en 1953 después de que Enrico Piaggio creara Vespa S.A. y fundara una fábrica en Madrid con la ayuda del Instituto Nacional de Industria.
El éxito de la moto fue rápido y notable, sostenido en el tiempo, pero a finales de los sesenta parte de la sociedad reclamaba un producto más barato y fácil de mantener, una solución eficaz para los trayectos cortos de la ciudad, aunque tuviera una calidad algo inferior. Y exactamente eso ofrecía el Vespino, y así conquistó a los jóvenes. Terminó por convertirse, de hecho, en el símbolo (y objeto de deseo) de la adolescencia urbana.
Este ciclomotor nació en febrero de 1968 y desde el principio ofreció libertad y diversión para todos: por su peso y su diseño no requería ni mucha fuerza ni mucha altura a sus usuarios, y gracias a sus pedales practicables (los exigía la legislación) permitía incluso ahorrar gasolina en algunas circunstancias. Con un sencillo movimiento de la mano era posible desconectar el motor y avanzar a pedaladas. En llano o cuesta abajo, el Vespino se movía como una bici.
Lo usaron trabajadores de camino a su empleo, universitarios, quinceañeros en la ciudad y en la playa, hubo de todo, tanta gente hubo que en 1977 la fábrica madrileña producía ya 55.000 unidades anuales, bastantes de ellas para ser vendidas fuera de España. Desde 1969 se exportaba a Inglaterra, Francia, Marruecos, Colombia, Chile, Alemania y otros muchos países.
En tiempos en que el casco no era obligatorio sobre la moto, el éxito fue tal que hubo decenas de versiones del modelo, como las S y S2 (1972) o el Vespino GL, ‘Gran Lujo’ (1976), con notables avances técnicos y estéticos. En 1986 se presentó el modelo ALX, dotado de intermitentes, y la lista de versiones no paró de crecer.
NLX, NXE, Velofax, F-9, F-18, NLI… Una evolución que culminó con los modelos de reparto NL Express y las versiones especiales para pizzerías, incluida una particular para Telepizza. Una de estas, precisamente, fue la última que salió de la cadena de montaje en julio de 2000. El Grupo Piaggio había decidido que el Vespino era un vehículo obsoleto y sin futuro. A sus espaldas, eso sí, había dejado una historia casi tan entrañable como la del Seiscientos.
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Periodista especializado en seguridad vial. Editor y redactor de El Motor desde 2016. Empezó a escribir de fútbol en 1998 en Diario 16 y ha trabajado en varios proyectos de Prisa Media desde 2000. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra, es autor de ‘Aquí no se rinde ni Dios’ (2020).