Desde que Sylvester Howard Roper desarrollara la primera moto, como tal, en el año 1867, se convirtió en un medio de transporte que no suele dejar indiferente a la población. Es cierto que, como el resto de medios de locomoción, cuenta con fortalezas y debilidades. Sus detractores solo ven estas últimas, mientras que sus partidarios únicamente destacan las primeras.
Entre los aspectos positivos que hay que poner de relieve se encuentran la rapidez para desplazarse de un punto a otro, evitando los atascos. El gasto en combustible es menor, al igual que su precio y mantenimiento. Por contra, la gravedad de los accidentes es mayor que en un automóvil, al no existir una carrocería que proteja. Así mismo, disponen de poco espacio de carga y, sobre todo, son más vulnerables a la meteorología.
Con el paso de los años y gracias a la nueva ropa técnica, sin embargo, el impacto de los cambios meteorológicos ha disminuido. Las prendas modernas son capaces de combatir la lluvia, el viento o la nieve, y, sobre todo, el frío.
Más información
70 años atrás
En la década de los cincuenta, las inclemencias meteorológicas sí que eran un grave problema para los usuarios de motocicleta. Y lo cierto es que estas se vendían no sólo por una decisión del comprador, como ahora, sino porque eran la única opción barata de transporte motorizado que existía en España.
El parque móvil no era tan extenso como en la actualidad. En los años cincuenta, había 3,1 coches en España por cada mil habitantes, frente a los casi 500 coches por cada mil habitantes actuales. Las motocicletas de la industria nacional permitieron a muchos ciudadanos disponer de un vehículo a motor.
Chaleco calentador
Gracias al archivo de Radio Televisión Española, se pueden encontrar joyas ocultas como la del inventor del chaleco calefactor para motocicletas. La pieza del Noticiario Cinematográfico Español (NO-DO) —el noticiero propagandístico semanal del régimen franquista que se proyectaba en los cines españoles antes de la película— muestra el invento.
El ingenio de un inventor catalán le llevó a desarrollar un chaleco de material plástico que se calentaba gracias a los humos que desprendía el tubo de escape. El sistema era muy sencillo: mediante una goma de conducción se conectaba el tubo de escape de la moto al chaleco por su lado izquierdo.
Del lado derecho del chaleco salía otro conducto que era el responsable de eliminar los gases del escape de la moto. Al circular, los gases calentaban el chaleco —que iba debajo de las prendas— y salían por la goma del lado derecho expulsándolos al aire. Así, el piloto disponía de calor en su cuerpo.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, X o Instagram