Los descapotables son modelos de capricho, porque salen más caros que un coche normal equivalente y resultan menos prácticos. Pero aportan también una imagen más estilizada y especial y, sobre todo, el extra de poder conducir al aire libre, que potencia las sensaciones al volante y es su gran valor distintivo.
Los modelos de cuatro plazas, como este BMW Serie 4 Cabrio analizado, incluyen dos asientos atrás y también maleteros correctos, y pueden cumplir incluso como coche único para solteros, parejas sin hijos o con un niño pequeño.
Los precios del BMW Serie 4 Cabrio
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La propuesta de BMW viene de serie con cambio automático de ocho marchas y propulsión trasera, y también con una capota de lona eléctrica que ajusta y aísla muy bien, y se puede abrir en marcha hasta 50 km/h, un avance claro respecto al modelo anterior.
La versión probada es la 430i de gasolina y 258 CV, que puede ser la más equilibrada de la gama, por su acertado punto intermedio entre prestaciones, consumos, precio y emoción. Cuesta 61.300 euros y dispone de etiqueta C.
La versión inferior, de 184 CV, sale 4.000 euros menos cara, pero corre claramente menos, hasta el punto de quedarse algo justa, y tampoco ahorra mucho en consumo. Y dado que es un coche más lúdico que funcional, puede que no merezca la pena. La superior, por su parte, llega a 374 CV y sale por 22.000 euros adicionales, y parece excesiva en comparación.
Compite con modelos similares como los Audi A5 Cabrio y Mercedes Clase C Cabrio.
Una capota eléctrica eficaz
Este nuevo Serie 4 Cabrio es más grande y llamativo que el anterior, porque llega a 4,76 metros de longitud (frente a 4,64), y tiene además capota de lona eléctrica, en lugar de techo metálico retráctil.
Y este cambio aporta varias ventajas, porque la nueva cobertura aísla casi igual de bien, térmica y acústicamente, se abre y cierra más rápido (18 segundos respecto a 32), e incluso permite su accionamiento en marcha a mayor velocidad (el de metal se quedaba en solo 15 km/h).
Potencia sedosa y buen consumo
El motor asociado a esta versión 430i es un 2.0 turbo de 258 CV que suena bonito y permite cualquier uso. Resulta fino y sosegado en un uso tranquilo y normal, pero también contundente y deportivo cuando se le exige. Y su respuesta es siempre refinada.
Acelera de 0 a 100 km/h en 6,2 segundos y permite alcanzar 250 km/h. Pero lo mejor es que en el uso diario puede conformarse con nueve litros de consumo cada 100 kilómetros, y lo mismo en los viajes por autopista. Y ante una utilización más briosa, el gasto tampoco se dispara demasiado y ronda los 10 u 11 litros, que es poco para la potencia disponible.
Un interior silencioso
El interior está muy bien insonorizado, mejor incluso que el de algunos cupés, y las suspensiones, aunque firmes, filtran los baches sin brusquedades y proporcionan un buen confort de marcha, perfectamente compatible con el uso diario y los viajes.
Las plazas traseras son más pequeñas que las delanteras, y su uso depende de si la capota está puesta o quitada. Con ella puesta, el espacio disponible da solo para niños o personas bajas, porque los adultos de talla normal van ya encajonados; con ella quitada, en cambio, las estaturas de hasta 1,75 metros pueden sentarse con cierta comodidad.
El maletero, por su parte, tiene 385 litros o 300 cuando se circula en configuración abierta. Y aunque no es mucho, tampoco se queda pequeño, y hay detalles, como el hueco central, que permite transportar esquís y ayudan a mejorar la utilidad.
Dinamismo M
La unidad probada incluía el paquete M, que introduce componentes específicos (volante con levas, llantas…), y también un equipo de ruedas diferente que resulta más que interesante. De serie lleva neumáticos de 225 de sección delante y detrás, pero con los opcionales traseros de 255 va mejor, porque digiere con más facilidad la potencia disponible, que no es poca.
Este BMW permite ya disfrutar la agilidad de la propulsión trasera, con mayor intensidad que el de acceso de 184 CV, y sin el exceso de caballos, precio y consumo, y la tracción 4×4, del superior de 374 CV.
La versión analizada entra en las curvas con inmediatez y, como en los últimos BMW (desde hace dos años en adelante), la posición intermedia del control de estabilidad permite jugar con el acelerador y la zaga sin riesgos, porque deja deslizar lo justo al tiempo que asiste al sobrepasar ciertos límites. En los modelos anteriores, o se llevaba todo conectado (y no dejaba hacer nada) o desconectado (y nada ayuda al conductor).
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