Sigue siendo uno de los SUV más dinámicos de su tamaño para viajar en carretera, y ahora mejora sus recursos 4×4 para poder salir del asfalto con mayor tranquilidad. El nuevo BMW X5 refuerza así su polivalencia de uso y suma un interior más amplio y muy cuidado, con cinco o siete plazas, y un maletero de 650 litros. Completa sus argumentos con tecnologías digitales a la última, como la instrumentación configurable a medida o la llave en el móvil, que se puede enviar como un mensaje para prestar el coche a distancia.
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La cuarta entrega del todoterreno grande de BMW llegará a España a finales de noviembre con precios desde 72.800 euros en gasolina (40i de 340 CV) y a partir de 76.000 en diésel (30d de 265 CV). Sus tarifas son superiores a las de sus rivales equivalentes (Audi Q7, Range Rover Velar, Volvo XC90) y solo el Porsche Cayenne es más caro.
Toda la gama del BMW X5 viene de serie con tracción 4×4, cambio automático de ocho marchas y suspensión electrónica. Y en 2019 se ofrecerá una variante híbrida enchufable (45e iPerformance) con 394 CV, 2,1 litros de consumo (primeros 100 kilómetros) y hasta 80 kilómetros de autonomía eléctrica.
Con 4,92 metros de longitud, el BMW X5 2018 es 3,6 centímetros más largo y otros 6,6 más ancho que el actual, y el estirón amplía tanto la habitabilidad interior como el empaque de la carrocería, que gana en poderío estético. La imagen final resulta continuista por fuera y por dentro, aunque el frontal tiene más músculo y la cabina estrena detalles de diseño que refrescan la presentación, como la instrumentación ya citada, el pomo del cambio de cristal, las teclas situadas en su base y los menús y gráficos de la pantalla central.
Y puede incluir todo tipo de comodidades, desde los asientos con masaje o los posavasos térmicos (enfrían y calientan las bebidas) hasta un ambientador, la banqueta trasera dividida en tres módulos (40/20/40) o el portón trasero eléctrico.
La paleta mecánica inicial contempla tres motores: 3.0 turbo de 340 CV (versión 40i; 8,5 litros de gasto medio oficial), 3.0 turbodiésel de 265 CV (30d; seis litros) y el impactante 3.0 diésel con cuatro turbos y 400 CV (M50d; 6,8 litros) que ofrece una respuesta muy suave y contundente en todas las revoluciones, casi como si fuera de gasolina, y acelera de 0 a 100 km/h en solo 5,2 segundos.
La amortiguación electrónica de serie otorga ya buenas cualidades en confort y dinamismo, pero hay otras opciones que potencian ambos aspectos. La suspensión neumática opcional –ahora en los dos ejes y no solo en el trasero, como en el BMW X5 actual– ofrece una calidad de rodadura exquisita y cercana a la de una berlina de lujo. Añadiendo la dirección a las cuatro ruedas y el diferencial trasero activo (acelera la rueda trasera exterior a la curva para aumentar la agilidad) se consigue una maniobrabilidad cercana a la de un turismo deportivo.
Y si además se adquiere el nuevo paquete off road (incompatible con la versión M50d), que cuesta unos 2.900 euros, el BMW X5 se eleva cuatro centímetros desde la altura normal y permite disfrutar una gestión electrónica específica del sistema de tracción que optimiza sus capacidades en conducción 4×4: frena la rueda o ruedas que patinen para poder seguir avanzando.
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