Más espacio en la misma longitud. Es la principal ventaja de los monovolúmenes sobre los turismos, porque sus carrocerías permiten aprovechar mejor el interior y son más prácticos para el uso familiar. Pero a cambio exigen asumir líneas menos sugerentes y una conducción menos gratificante. Estas son las ventajas y carencias de los modelos de esta prueba, entre los que no está el Opel Meriva, referencia en la categoría, porque no había una unidad de pruebas comparable.
Todos miden unos 4,1 metros, apenas 10 centímetros más que un utilitario tipo Seat Ibiza, pero ofrecen interiores más amplios, modulables y con más altura para cargar hasta el techo. Y son muy prácticos como familiares en el día a día, porque mantienen un tamaño ajustado para aparcar. En esta prueba se han elegido las versiones turbodiésel más asequibles, suficientes para el tráfico urbano, aunque algo justas para viajar. Pero todos tienen mecánicas diésel más potentes con mejores prestaciones en carretera.
Se impone el Hyundai iX20 por su buen equilibrio de conjunto. Tiene una línea moderna, un interior amplio y el mejor maletero. Pero sobre todo es el más barato, aunque por poco, y añade una garantía imbatible: cinco años sin límite de kilómetros. Se vende con un motor de gasolina: 1.4 de 90 CV (desde 16.990 euros) y dos turbodiésel CRDi: 1.4 de 90 CV (16.990) y 1.6 de 115 CV (19.390).
El Fiat 500L acaba de llegar. Se presenta como el hermano monovolumen del exitoso 500, aunque apenas comparten la imagen del frontal y el estilo desenfadado del interior. Pero logra el segundo puesto porque aporta un diseño con estilo y un interior muy amplio, sobre todo atrás. Y añade la modularidad más completa para repartir el espacio y precios competitivos. Le penaliza el motor, un 1.3 muy justo para este coche, pero pronto recibirá el 1.6 Multijet de Fiat, más apropiado. Se vende con dos mecánicas de gasolina: 1.4 de 95 CV (14.400 euros) y 0.9 Turbo Twin Air de dos cilindros y 105 CV (15.400). Y con el 1.3 Multijet turbodiésel de la prueba (15.900).
El Citroën C3 Picasso es más veterano. Presenta una línea más cuadrada, aunque con personalidad, y la mejor capacidad si se carga hasta el techo. Destaca por su ajustado consumo, su amplitud y el confort de las suspensiones. Aunque el precio es correcto, le falta agilidad. Tiene dos motores 1.6 de gasolina, con 95 y 120 CV (desde 13.050 y 15.935), y dos 1.6 HDi turbodiésel de 92 y 110 CV (16.425 y 17.535).
El Ford B-Max también acaba de salir. Ofrece la línea más estilizada, unas puertas correderas más prácticas y una estabilidad y conducción casi como las de un turismo. Se disfruta más, pero tiene un interior menos amplio y sale más caro. Se vende con tres motores de gasolina: 1.0 Ecoboost de 100 y 120 CV (16.900 y 17.700), 1.6 automático de 105 CV (18.300) y dos 1.5 y 1.6 TDCi turbodiésel, con 75 y 95 CV (17.700 y 18.300).
Los precios de los modelos no incluyen los descuentos, salvo en el Citroën. Tampoco el Plan Pive o los descuentos suplementarios que ofrecen las marcas si se financia la compra a plazos.
Al volante
Estos cuatro monovolúmenes tienen motores pequeños y prestaciones algo justas para viajar, sobre todo con pasajeros y equipaje. Y la altura de sus carrocerías tampoco ayuda a disfrutar al volante. Pero cumplen bien como coches de uso diario en ciudad y permiten hacer viajes largos asumiendo sus limitaciones. La excepción es el Ford B-Max, que tiene un comportamiento más ágil y cercano a los turismos de su tamaño.
El Citroën C3 Picasso y el Ford B-Max comparten motor: 1.6 HDi (92 CV) el primero y 1.6 TDCi (95 CV) el otro, ambos con cambio manual de cinco marchas. Y en la práctica corren igual. Su mayor cilindrada aporta más empuje a bajo régimen y ofrecen unas prestaciones algo superiores a sus rivales. Así, aceleran con más brío, adelantan con más margen y se quedan menos en las subidas. El Hyundai equipa un 1.4 CRDi (90 CV) con cambio manual de seis marchas. A pesar de su baja cilindrada, se defiende bien en autopista y solo se queda algo más en las subidas. Es el que responde de forma más inmediata al acelerador, aunque tarda más en arrancar en frío. El Fiat lleva un pequeño 1.3 turbodiésel (85 CV) que se queda algo justo para su peso. Es una evolución que responde mejor a bajo régimen, pero le cuesta acelerar a partir de 3.000 vueltas y tiene menos brío que sus rivales por su baja cilindrada.
El Ford B-Max ofrece la mejor estabilidad, con diferencia. Junto al Huyndai, tiene una carrocería algo más baja que mejora el centro de gravedad. Pero, sobre todo, lleva unas suspensiones más firmes y una dirección más precisa que reducen los balanceos en las curvas, y es el más directo de conducir, casi como un turismo de su tamaño. Así, obedece con más inmediatez a lo que se ordena desde el volante y es el mejor para quienes disfrutan conduciendo. Solo el control de tracción (desconectable) actúa demasiado a menudo cuando se aumenta el ritmo.
El Hyundai ofrece un comportamiento muy equilibrado. Tiene unas suspensiones menos enérgicas que el Ford y no es tan ágil en trazados sinuosos. Pero va bien en todas partes, con reacciones nobles y homogéneas, y es fácil de conducir. El Fiat y el Citroën acusan su mayor altura, que junto a unas suspensiones demasiado blandas penalizan su eficacia en curva y aumentan los balanceos. El 500L tiene una dirección y una amortiguación algo más firmes que sujetan mejor la carrocería, y se muestra un poco más ágil y eficaz que el C3, porque aporta una mayor sensación de control al conductor. El Citroën va muy blando e invita a manejarlo con calma sin forzar los apoyos en las curvas, porque balancea en exceso.
Todos frenan correctamente, pero el Hyundai está un escalón por encima: necesita menos metros. Los demás alargan más las frenadas en caso de apuro, sobre todo el Citroën y el Fiat porque las suspensiones no sujetan bien la carrocería y paran con menos mordiente. Y el Ford lleva tambores atrás, menos efectivos que los discos de sus rivales.
Vida a bordo
Las carrocerías monovolumen permiten aprovechar mejor el espacio y ofrecen una mayor modularidad para repartirlo según las necesidades puntuales. El Fiat, el Citroën y el Hyundai están por encima del Ford: los asientos traseros se deslizan por partes en longitud (60/40) y permiten regular la inclinación de los respaldos o plegarlos para ampliar el maletero. En el 500L, además, basculan al completo y se repliegan contra los asientos delanteros.
Las mejores plazas delanteras son las del Hyundai, tanto por anchura como, sobre todo, por los asientos, que sujetan mejor el cuerpo. Y la posición de conducción es muy buena, con la palanca del cambio alta y a un palmo de la mano. El Ford ofrece un puesto de conducción casi de turismo, pero con unos asientos, que, aunque sujetan, son más pequeños que los del iX20. En el Citroën y el Fiat se va sentado demasiado erguido, y sobre todo las butacas, tanto los respaldos como las banquetas, no recogen bien el cuerpo y sujetan poco en las curvas, lo que penaliza el confort.
En las plazas traseras también hay diferencias. Las más anchas son las del 500L, que permiten alojar a tres adultos, algo cada vez menos habitual incluso en coches más grandes. Y es el que ofrece más espacio para las piernas, en especial si se retrasa el asiento al límite, por delante del C3 y el iX20, que están muy igualados. El Hyundai también puede alojar a tres adultos atrás, y el Citroën es algo más justo en anchura. Y el Ford lleva los asientos más desplazados hacia el centro y solo sirve en la práctica para dos adultos: apenas cabe un niño en el centro. En cambio, es el único con puertas traseras correderas y sin pilar central de separación, lo que facilita el acceso y resulta muy práctico para atender a los niños y aparcar en batería. Pero son pesadas, en especial si se mueven con el coche en cuesta, y sobre todo si hay que hacerlo desde el interior.
El Hyundai tiene también el maletero más grande si se carga hasta la bandeja. Pero los ángulos cuadrados de los portones del C3 Picasso y el Fiat 500L aportan más capacidad si hay que cargar hasta el techo. Todos ofrecen buenos huecos para objetos, con posavasos, bolsas grandes en las puertas, etcétera, aunque los del Hyundai y el Fiat son más grandes e incluyen repisas más prácticas.
El Ford y el Fiat tienen una presentación interior más alegre y moderna, con un salpicadero y una instrumentación más vistosos, y acabados correctos. El Citroën es el más vanguardista: lleva el cuadro de instrumentos en el centro y detalles cromados que realzan el ambiente. El Hyundai resulta algo austero en los plásticos y materiales, aunque tiene una consola central bien resuelta. En cambio, el 500L y, sobre todo, el C3 tienen las suspensiones más cómodas, pero el diseño de los asientos penaliza el confort. Y el Hyundai ofrece el mejor equilibrio, porque filtra bien y tiene butacas más amplias. En contrapartida es el peor aislado, y se oye más el motor y la rodadura. El Fiat y el Citroën son más silenciosos.
Consumos
Los consumos son bajos, pero suben al tratar de circular con cierta agilidad: los motores son pequeños y obligan a estirar las marchas. El mejor ha sido el Hyundai: apenas pasa de seis litros en conducción suave y se queda por debajo de ocho a ritmos más alegres y en ciudad. El Citroën también es austero y solo gasta medio litro más. El Fiat exige llevarlo más revolucionado, y aunque no pasa de siete litros en uso tranquilo y ciudad gracias al start & stop , supera los ocho al apurar marchas. El Ford lleva el motor del C3, pero ha gastado más, quizá por falta de rodaje: más de siete litros en uso normal, ocho en ciudad y casi nueve a ritmos alegres. Las emisiones oficiales de CO2 no se corresponden con los consumos: el mejor es el Ford con 104 g/km, seguido del Citroën con 109, el Fiat con 110 y el Hyundai con 119.
Precios y equipamiento
Los descuentos son claves en estos coches y varían cada mes. El más asequible es el Hyundai, 15.450 euros; el Fiat sube a 15.900 y el C3 cuesta 16.425. Y como el B-Max acaba de salir, apenas tiene promoción: 18.950 euros.
Los equipos de serie en seguridad son correctos, con seis airbags, ABS y control de estabilidad ESP, que solo es opcional en el Citroën (315 euros), una carencia importante. El B-Max incluye sensor de presión de ruedas y aporta un comportamiento dinámico más ágil y eficaz que da seguridad, por delante del iX20. El 500L y, sobre todo, el C3 son menos ágiles y balancean más en las curvas, pero con reacciones nobles.
Junto a los elementos de seguridad, todos incluyen aire acondicionado, ordenador de viaje, radio-CD, elevalunas delanteros eléctricos, cierre con mando y control de velocidad (salvo el Hyundai). El Citroën añade climatizador y sensores de lluvia y faros, y el Ford, el botón de arranque. El iX20 y el B-Max incluyen elevalunas eléctricos traseros, y el modelo coreano aporta la mejor garantía: cinco años. Pero el más completo es el Fiat, que suma start & stop, llantas de aleación (como el B-Max), pantalla táctil, bluetooth y una modularidad interior superior.
Conclusión
El Hyundai impone su equilibrio: es el más asequible, ha gastado menos y ofrece un interior amplio y el mejor maletero. Y solo resulta algo más ruidoso. El Fiat cuesta 450 euros más y aporta un diseño con estilo propio, las mejores plazas traseras para tres adultos y el start & stop de serie. Pero el motor se queda justo para viajar. El Citroën tiene también un buen precio, gasta poco y ofrece mucho espacio si se carga hasta el techo, pero el ESP es opcional. El Ford es el que aporta un comportamiento más ágil y divertido para disfrutar, pero sale más caro.
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