Los alrededores del circuito de Imola (Italia) fueron el escenario para una toma de contacto con el Ferrari Purosangue, el primer modelo de la fábrica italiana con cuatro puertas y cuatro plazas que va un paso más allá en la comodidad sin restar un ápice del carácter de los coches italianos.
A primera vista destaca su imponente tamaño, con una longitud de 4,9 metros, una anchura de casi dos metros y una altura de 1,5 metros. La distancia entre ejes es de tres metros y su peso en vacío supera por poco las dos toneladas (2.033 kilos). El conjunto se sostiene sobre unas llantas de cinco brazos, de 22 pulgadas de diámetro en el eje delantero y 23 el trasero.
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En la parte frontal se acoplan sus llamativas luces y sus tomas de aire de refrigeración. De perfil, en el Purosangue destaca su parte inferior de fibra de carbono. En la zaga, el coche luce en todo su esplendor, con un pequeño alerón en su parte superior, un generoso difusor en su inferior y en el medio el portón que da acceso a un maletero de 473 litros. Una capacidad generosa y más que suficiente para el equipaje de sus cuatro plazas.
Cuatro plazas y espaciosas
También llaman la atención las cuatro puertas que dan acceso a sus cuatro plazas reales. Basta con pulsar un botón, perfectamente integrado en la carrocería, para abrirlas y acceder a su lujoso interior. Sorprende el mecanismo de apertura de las traseras, que lo hacen en sentido opuesto al tradicional.
El habitáculo es espacioso, lujoso, a todo confort, y con detalles que recuerdan que se trata de un Ferrari, independientemente de que su arquitectura exterior no sea la típica de los deportivos de Maranello. Los detalles han sido cuidados al máximo, para una perfecta comodidad tanto del conductor como de los acompañantes. Los cuatro asientos son individuales y deportivos.
Los traseros son también exactamente iguales a los delanteros: calefactables y con memoria de reclinación y altura. Los ocupantes de las plazas delanteras se enfrentan a un salpicadero casi idéntico, algo sumamente llamativo.
El volante ofrece un acceso a los mandos básicos del coche, luces, intermitentes, limpias y demás de una manera sencilla. Incorpora un mando inspirado en los Fórmula 1, desde el que se puede acceder a los diferentes modos de conducción: lluvia, confort y sport.
También sirve para desactivar todas las ayudas a la conducción para aquellos conductores más avanzados que quieran sentir las prestaciones de un verdadero Ferrari sin injerencias electrónicas.
Como novedad, en el aro del volante se incorpora una cruceta táctil sobre la que se puede acceder a las distintas funciones de la pantalla que se muestran. Desde las funciones de navegador, hasta los datos, innumerables, de rendimiento del Purosangue. Las levas, fijas, completan el puesto de conducción.
Entre el asiento del conductor y del acompañante, una ruleta táctil que se despliega o esconde con una simple pulsación para controlar, de manera sencilla e intuitiva, los ajustes climáticos del habitáculo y de los asientos, entre otras funciones. Y en el hueco del cambio en H están los controles para seleccionar entre cambio automático y manual, además de la marcha atrás.
La pantalla del copiloto es casi idéntica a la del conductor y en ella se pueden ver los datos de rendimiento del vehículo en tiempo real y acceder a los controles de climatización de la zona.
En marcha
Al arrancar el coche ya suena la música celestial de un motor Ferrari. Es pulsar el botón correspondiente y la mecánica V12 atmosférica, que ofrece 725 CV de potencia, empieza a funcionar y a reclamar atención. Ferrari ha aprovechado toda su experiencia para montar sobre el Purosangue un propulsor que ofrece el máximo par desde revoluciones más bajas y que no sacrifica la progresión en la entrega de la potencia. A ello ayuda la caja de cambios de ocho velocidades y doble embrague.
Desde el puesto de conducción se olvida del contundente tamaño del Purosangue y familiarizado con sus dimensiones, los primeros instantes ya dejan entrever una utilización sencilla. El cambio automático da fluidez a la conducción y al manejo para maniobrar.
En carretera, el comportamiento del coche es noble y la dirección se revela sorprendentemente precisa. El cambio automático se ajusta con precisión milimétrica a lo que el conductor demanda en cada momento, incluso da la sensación de adelantarse a los propios pensamientos y demandas que se le van a exigir.
Las marchas se van engranando con absoluta precisión y, cuando el pie cae sobre el acelerador para exigir más potencia, las marchas se estiran (o reducen) para realizar la maniobra en un abrir y cerrar de ojos. De hecho, la aceleración de 0-100 km/h es de 3,3 segundos. El motor del Purosangue resulta inacabable.
A una conducción confortable y sin sobresaltos ayuda el reparto de peso del coche (40/51) y un sistema de suspensión diseñado específicamente para este modelo: Ferrari Active Suspension Technology (F.A.S.T.). Ante las sinuosas carreteras, estrechas y con cambios de rasante, el coche demuestra una extraordinaria estabilidad y no hay lugar para el balanceo, ya que esta tecnología va modificando en tiempo real la dureza, respuesta y altura de las suspensiones.
Comodidad inesperada
Ni rastro del tarado duro que se le supone a un superdeportivo y que afecta a la comodidad. En definitiva, el comportamiento del coche ofrece una seguridad que es de agradecer cuando el terreno se complica. Y, por si fuera poco, el eje trasero direccional y la tracción total hacen de la experiencia de conducción un auténtico placer en los tramos mas cerrados y revirados de la ruta.
Conducir es inesperadamente sencillo y agradable, al igual que frenarlo para meterlo en curva o si la exigencia del tráfico lo demanda. Los frenos tienen un refuerzo electrónico y el ABS funciona a la perfección.
Todo ello para que el conductor menos familiarizado con los superdeportivos gane en confianza y para que los más expertos expriman del Purosangue todas las prestaciones que ofrece.
En definitiva, el Purosangue supone un paso más en la gama de Maranello, una creación capaz de devorar kilómetros a todo confort, pero también mostrar todo su espíritu de gran deportivo, como Ferrari que es.
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