Los anteriores Mazda3, especialmente la primera generación, me parecían coches correctos pero algo carentes de personalidad, diseñados para convencer pero no para entusiasmar. Supongo que en la marca japonesa no pensarían como yo, pero lo cierto es que en su nueva gama del modelo compacto han solventado la mayoría de las carencias que les encontraba.
Para empezar por lo más obvio a simple golpe de vista, éste es un automóvil mucho más atractivo, de diseño moderno y dinámico, toda una declaración de principios sobre lo que nos ofrecerá a la hora de la verdad, que no puede ser otra que conducirlo. En el interior la renovación también es evidente. Junto a la calidad típica japonesa encontramos unos acabados y equipamientos absolutamente acordes con las exigencias actuales de su segmento, no olvidemos que el más concurrido del mercado y uno de los más importantes para la gran mayoría de los fabricantes. Funcionalidad y limpieza de líneas se dan la mano en su salpicadero y en sus mandos, con una buena ergonomía general y casi todo lo necesario para disfrutar. Quizá se echa en falta algo más de espacio, no es el compacto más grande que podemos comprar aunque tampoco debemos olvidar que la familiar no es la vocación principal de esta tipología de vehículo.
Mazda ofrece, claro está, un motor diésel y tres de gasolina, siendo el de dos litros de 120 CV el de potencia media de su propuesta. Un rendimiento suficiente que no defrauda en una utilización convencional, sin hacerlo tampoco su eficiencia gracias al paquete Skyactiv, que incluye soluciones del estilo de la parada del motor en las detenciones o el indicador de cambio de marcha, con lo que el consumo ronda con facilidad un promedio de seis litros por cada cien kilómetros.
Como complemento a este propulsor, un bastidor con una puesta a punto que ofrece muchas satisfacciones. La dirección es precisa y directa, las suspensiones son firmes sin resultar incómodas y la estabilidad del coche no se descompone excepto en situaciones extremas, destacando su agilidad y manejabilidad.
Su calidad es convincente. Los acabados disfrutan de la precisión propia de los coches japoneses, los materiales son más que correctos (sin llegar al lujo) y el equipamiento de la versión media Style cuenta con un sinfín de elementos que hasta hace no mucho eran exclusivos de coches de segmento superior. Casi todo está bien resuelto en el nuevo Mazda3.
Una pantalla muy práctica. En el centro del salpicadero, muy a la vista, cobra protagonismo una pantalla a color y de siete pulgadas de tamaño que se convierte en el centro de control de muchas funciones del coche: desde la climatización al navegador, pasando por el audio, el teléfono e incluso aplicaciones específicas. Tiene un manejo fácil e intuitivo de forma táctil o con el mando situado entre los asientos delanteros.
Lo mejor. El comportamiento dinámico de esta nueva versión destaca por encima de la media del segmento, con un cierto toque deportivo que convencerá especialmente a aquéllos que disfrutan de la conducción.
Lo peor. No es un coche familiar pero tampoco sobresale por su habitabilidad entre los de su estilo. Su diseño condiciona el espacio interior disponible, sobre todo en unas plazas traseras algo escasas en anchura y también en altura.
Conclusiones. – Sin duda, es el Mazda3 más bonito y deportivo de la historia del modelo. Todo un acierto de diseño. – La calidad japonesa haciendo también coches no es una leyenda y en este caso se comprueba en muchos detalles. – El motor de gasolina de 2.0 litros y 120 CV se entiende a la perfección con esta plataforma.
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