Casi siempre, antes de que una marca se plantee siquiera presentar al público un adelanto de su próximo modelo, ya hay en Internet rumores, filtraciones y fotos espía de las unidades de desarrollo. Por eso sorprende el arte que tiene Ferrari para anunciar nuevos lanzamientos de los que nadie tenía ni una sola pista. El sustituto del California T ya está aquí, y se llama Ferrari Portofino.
Aunque cueste decir algo así al hablar de un fabricante de coches de lujo, este gran turismo descapotable (de configuración interior 2+2) se convierte en el vehículo de acceso a la gama de la firma de Maranello. Su imagen implementa la evolución del estilo ya vista en los GTC4Lusso y 812 Superfast. Mide 4.590 mm de largo, 1.940 mm de ancho y 1.320 mm de alto, y tiene un reparto de pesos del 46% en el eje delantero y 54% en el trasero.
Este equilibrio casi perfecto optimiza sobremanera el comportamiento del Ferrari Portofino, que también se beneficia del chasis de aluminio, de la dirección asistida eléctrica, de la presencia del diferencial trasero de tercera generación de la marca y de los amortiguadores magnetorreológicos.
Su corazón es el bloque 3.9 V8 biturbo que ya montara su predecesor, pero mejorado en todos los aspectos. Pistones, bielas y escape son solo algunos de los elementos nuevos del bloque, que entrega 600 CV de potencia y un par máximo de 760 Nm, al mismo tiempo que rebaja su consumo para homologar 10,5 l/100 km. Se combina con una caja de cambios automática de doble embrague de siete velocidades y acelera de 0 a 100 km/h en 3,5 segundos. Supera los 320 km/h de velocidad punta.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.