Nissan define las bases del diseño en la nueva era de la automoción

Giovanni Arroba, diseñador jefe del fabricante japonés, analiza las tendencias que marca la electrificación de la movilidad.

Arroba
Giovanni Arroba, junto al Nissan Ariya durante su reciente visita a Madrid. | Nissan

Algunas empresas automovilísticas podrían sentirse prisioneras de su propio legado. Marcas incluso centenarias que deben afrontar los desafíos de futuro sin olvidar su tradición, todo aquello que les hizo grandes y les permitió seguir adelante con el paso del tiempo.

Tradición y tecnología. Eficiencia y sensaciones. Diseño y experiencias. Son conceptos que podrían considerarse en muchos casos antagónicos, pero que deben conciliarse para alcanzar la excelencia necesaria para sobrevivir en una industria tan cambiante como de la automoción.

Lo sabe bien Giovanni Arroba (California, EE UU, 1976), director de diseño de la marca Nissan, responsable de creaciones como el reciente Ariya, el coche que representa un antes y un después para la compañía en términos de ADN japonés, electrificación y tecnología.

Estadounidense de origen latino, Arroba llegó a la empresa japonesa en 2000 y desde entonces ha participado en la creación de diferentes modelos bajo este emblema. Ha pasado por Madrid con motivo de la exposición Japan Desu, patrocinado por su marca y que, hasta el 4 de diciembre, muestra en Matadero Madrid la evolución de la cultura japonesa desde el punto de vista de la arquitectura, la moda y la automoción.

Arroba tiene, por tanto, una perspectiva muy precisa de los retos a los que se enfrenta el sector, en general, y Nissan, en particular. “Nissan pretende seguir siendo una marca de clara inspiración japonesa. Como el propio país, el objetivo es aunar tradición con tecnología, las claves del pasado con un futuro cada vez más cambiante. Queremos humanizar la tecnología para acercarla a los usuarios”, explica el diseñador.

La clave de la electrificación

Cualquier desarrollo, presente y futuro, pasa ya por la electrificación de la movilidad. Arroba reconoce los condicionantes que ello supone, aunque tiene el convencimiento de que se superan para crear modelos cada vez más fascinantes: “Los coches deben ser cada vez lo más eficientes posibles y esto influye en sus formas. Cada kilómetro que se pueda ganar es importante, así que la aerodinámica resulta fundamental. Es algo que ya ha ocurrido en otras ocasiones y se siguió adelante; por ejemplo, con la crisis del petróleo de los setenta, cuando todos los diseñadores buscaban carrocerías que fueran eficientes al máximo”.

El diseñador, además, no considera que los automóviles sin emisiones deban ser tediosos o carentes de personalidad: “Me gustan los coches y así debe seguir siendo. Quizá en el futuro nuestro amor por ellos sea diferente, pero en futuro es excitante. La conexión de las personas con la máquina ofrece oportunidades para la diversión, su conducción no tiene que ser aburrida. Muy al contrario, las prestaciones de un motor eléctrico son impresionantes, su aceleración y su capacidad dinámicas llegan a sorprender”.

Coches con personalidad

¿La homogeneización de las exigencias aerodinámicas podría llevar a una similitud cada vez mayor de los automóviles? Arroba tampoco comparte esta posibilidad: “No debe ser así, debemos buscar otras vías para expresar nuestra identidad. En el caso de Nissan, tomando como base la tradición japonesa para seguir evolucionando. Queremos que nuestros coches se identifiquen con la marca en cualquier lugar del mundo, no diseñamos para un determinado mercado, queremos llevar valores como la simplicidad de líneas o la limpieza de las formas a todo el mundo. Ya ha ocurrido, por ejemplo, con la arquitectura japonesa y debe ser así con los coches”.

El Nissan Ariya de la exposición ‘Japan Desu’, en Matadero Madrid.

Otro compromiso estratégico al que se enfrenta la industria de la automoción es la desafección de las jóvenes generaciones con ciertas fórmulas de movilidad. El artista, como el mismo se define, cree que no todo está perdido: “Tenemos que entusiasmar a los jóvenes, crear coches que cubran sus necesidades. No se trata solo de colocar pantallas cada vez más grandes en el interior, hay que intentar que conducir sea una experiencia nueva y emocional, que resulte divertido subirse a un automóvil”.

Y prosigue: “Los coches eléctricos eliminan algunas barreras por su mayor simplicidad mecánica, así que hay que aprovechar la oportunidad para redefinir la sensación que se tiene dentro de un coche. Quizá dentro de unos años tengan unas posibilidades que hoy ni imaginamos”.

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