La práctica de compartir motores entre diferentes marcas de automóviles es más común de lo que se piensa. Esta estrategia de colaboración se ha vuelto cada vez más frecuente en la industria automotriz, especialmente en las últimas décadas. Los fabricantes de automóviles recurren a esta realidad por diversas razones, ya sea reducir costos de desarrollo y producción, acelerar el lanzamiento de nuevos modelos o ampliar su gama de productos sin tener que invertir en el desarrollo de motores completamente nuevos.
La principal motivación detrás de estas colaboraciones es la optimización de recursos. Al compartir motores, las marcas pueden aprovechar las economías de escala, lo que les permite reducir los costos de producción y, en última instancia, ofrecer vehículos a precios más competitivos. Además, el desarrollo de un nuevo motor es un proceso largo y oneroso, por lo que compartir un motor existente puede acelerar significativamente el lanzamiento de un nuevo modelo.
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Una de las razones más comunes por las que las marcas colaboran en el desarrollo de motores es la especialización. Algunas marcas son especialistas en la fabricación de motores de alto rendimiento, mientras que otras son expertas en motores eficientes y económicos. Al compartir tecnologías, ambas partes pueden beneficiarse de las fortalezas de la otra. Por ejemplo, una marca de lujo puede utilizar un motor desarrollado por una marca especializada en motores deportivos para ofrecer un modelo de alto rendimiento a sus clientes.
Dentro del mismo grupo
Existen numerosos ejemplos de marcas que comparten motores. Dentro del Grupo VAG, por ejemplo, marcas como Audi, Seat, Skoda y Volkswagen comparten una amplia gama de motores. Esto permite a cada marca ofrecer una variedad de opciones de motorización sin tener que desarrollar motores completamente nuevos para cada modelo. Otro ejemplo es el caso de los motores BMW que se encuentran en algunos modelos de Mini, lo que demuestra cómo las marcas prémium también pueden colaborar para ofrecer una mayor variedad de opciones a sus clientes.
También dentro de la alianza Renault, Nissan y Mitsubishi comparten infinidad de elementos entre las marcas, incluidos, como no, los propulsores. Dacia y Alpine, pertenecientes al grupo Renault, también se benefician de estas sinergias. Pero sí existe un grupo automotriz que es especialista en compartir entre sus diferentes marcas, ese es Stellantis. Fabricantes como Peugeot, Citroën, Opel, Fiat, Alfa Romeo o Jeep comparten gran variedad de soluciones, además de plataformas y motorizaciones.
Motores de otros fabricantes
Este es el punto donde más sorpresas existen. Un usuario normal y corriente, se lanza a comprar un coche nuevo con todo el esfuerzo que ello supone, y al cabo de un tiempo se entera que el motor que monta su automóvil no es de la marca que indica la insignia del capó. Esto le hace pensar que ha sido engañado, pero nada más lejos de la realidad. En las últimas décadas, la gran mayoría de los fabricantes han recurrido a la instalación de motores de la competecia. Estos son algunos de los casos más conocidos.
- Mercedes y Renault: el fabricante alemán lleva años montando los motores de la firma francesa en sus modelos. Desde el Clase A con el mismo motor diésel que el Clio, hasta las furgonetas Vito y Vito Tourer que han montado el 1.7 de Renault de 80 o 130 CV.
- Ineos Grenadier: uno de los 4×4 más robustos del mercado, utiliza un bloque BMW. Bueno dos, ya que tanto el gasolina de 3.0 litros con 250 CV y el diésel de 3.0 litros con 286 CV son del fabricante alemán.
- Lotus Elise: esta es una de las colaboraciones más extrañas por lo dispar de la fusión. El genuino deportivo británico ha utilizado los motores de Toyota. El propulsor utilizado por los británicos ha sido el denominado 2GR-FE. Un bloque de 3.5 litros utilizado por el Corolla o el Camry.
- Ford y Volvo: la segunda generación del Focus RS montaba un bloque de gasolina que incluía un turbo que entregaba 306 CV de potencia y que era de origen Volvo. La compañía sueca lo utilizaba en su modelo S60.
- Alfa Romeo y Opel: antes de que ambas compañías se encontrasen bajo el paraguas de Stellantis, también compartieron un propulsor. El Alfa Romeo 159 usaba el mismo turbodiésel que el Opel Zafira. Un cuatro cilindros de 1,9 litros que entregaba 120 o 150 CV.
- Toyota y BMW: el fabricante japonés, además de dotar con sus motores a los modelos de otras marcas, también los ha recibido. Así, el último Supra llevaba un motor BMW. Concretamente, el mismo que incorporaba en aquel momento el Z4 y que contaba con 3.0 litros, seis cilindros y 340 CV de potencia.
- Renault Grand Espace: uno de los modelos más característicos de la marca francesa a principios del siglo XXI, fue este monovolumen que abrió un nuevo segmento. Su modelo más alto de gama montaba el mismo V6 de 3,5 litros y atmosférico que el deportivo Nissan 350Z. Entregaba 240 CV en el familiar de Renault.
- McLaren F1: este hiperdeportivo es uno de los modelos más icónicos de la historia de la automoción y todavía ostenta el récord del coche de producción con motor atmosférico más rápido del mundo. Montaba un propulsor BMW de 12 cilindros en V con 6.0 litros y una potencia de 627 CV.
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Entusiasta del motor en toda su magnitud, preferiblemente los V12. Le dijeron que cuatro ruedas eran mejor que dos, por eso se compró otra moto. Claro que también le apasiona cuando van las cuatro juntas. Ha trabajado como creativo publicitario para muchas marcas de coches y motos e hizo la mili en esto de juntar letras en la editorial Luike.