Los coches autónomos apuntan a ser el futuro de la movilidad por carretera, pero hasta que llegue ese momento, que todavía parece lejano, se están haciendo pruebas en muchos lugares del mundo para desarrollar esta tecnología. Su evolución va poco a poco y todavía cometen errores, lo que lleva a una pregunta: ¿quién paga la multa cuando uno comete una infracción?
Es una duda legítima y que todavía no tiene respuesta, algo de lo que puede dar buena fe un policía estadounidense que se encontró con un coche de Waymo circulando por un carril en dirección contraria.
La maniobra entraña mucho peligro, pero por suerte cuando se produjeron los hechos, el pasado 19 de junio en Phoenix, Arizona, no había tráfico y el vehículo autónomo no se encontró de frente con ningún otro vehículo, algo que podría haber provocado un accidente.
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Un coche patrulla vio lo ocurrido: el automóvil estaba circulando por una zona de obras cuando se metió en un carril en dirección contraria, se saltó un semáforo en rojo y después se paró. El policía encendió las luces de aviso y siguió al vehículo, bajándose de su propio coche para comprobar como no había nadie al volante.
Sin embargo, al acercarse al autónomo, éste bajó las ventanillas, como haría cualquier conductor. El oficial entonces se pone a hablar y le responde un trabajador de Waymo, a través del sistema de comunicación del vehículo. Le explica lo ocurrido y el empleado señala que va a comprobar en los datos que ha podido ocurrir.
Al final, el policía se marcha sin poder hacer nada, puesto que señala que no puede emitir una citación a una computadora.
El medio estadounidense AZCentral ha podido hablar con responsables de Waymo, quienes en primera instancia no quisieron hablar de lo ocurrido, pero al saber que se iba a publicar la noticia de todas maneras, emitieron un comunicado para explicar el contexto de los hechos.
Al parecer, el coche autónomo se confundió porque en la zona de obras no encontró una señalización suficiente como para saber bien por donde circular. Como consecuencia, se metió en el carril contrario porque durante unos 30 segundos su sistema de navegación no supo por donde tenía que ir. En cuanto se recuperó, con la intención de no obstaculizar el tráfico, se movió al primer espacio de aparcamiento que encontró libre.
Sea como fuere, cometió al menos dos infracciones. Sin embargo, el coche no fue sancionado por un motivo muy sencillo: la legislación vigente en Estados Unidos solo contempla las multas para conductores reales de carne y hueso.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.