Veolia es una empresa multinacional dedicada a gestionar residuos y explorar las soluciones en el ámbito de la economía circular. Y ahora se ha asociado con la finlandesa Metsä Fibre, la mayor cooperativa forestal de Europa, para abrir un nuevo camino a los modernos biocarburantes.
La búsqueda de alternativas a los combustibles fósiles ha encontrado en los residuos vegetales una fuente de energía que cada vez está cobrando mayor importancia. La transición hacia la electrificación del transporte requiere soluciones intermedias que sean neutrales en la emisión de CO2, y los deshechos derivados de la agricultura proporcionan una materia prima abundante para obtener carburantes sostenibles.
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Con esta iniciativa, Veolia pretende aprovechar el gran potencial de la industria maderera de Finlandia para conseguir un biocombustible que reduzca las emisiones. Y para ello explotará la pulpa de celulosa, la materia prima básica en la fabricación de papel. El país nórdico es el mayor productor a nivel mundial.
El proyecto ya está en marcha y tiene previsto comenzar a obtener biometanol en 2024 con una producción inicial de 12.000 toneladas al año. Este volumen irá aumentando hasta las 30.000 toneladas previstas cuando la planta alcance su máxima capacidad. El proyecto pretende así contribuir a la descarbonización mediante la sustitución de los carburantes fósiles tradicionales por otros sostenibles.
Un proyecto extrapolable a otros lugares
Para lograrlo, Veolia va a reacondicionar una refinería parcialmente integrada en la planta de Äänekoski (Finlandia). El propio Gobierno finlandés aporta 50 millones de euros para desarrollar el plan industrial.
Además, la empresa prevé extrapolar su idea, según explica Estelle Brachlianoff, directora general adjunta de operaciones en la compañía: “La ventaja de nuestro concepto industrial es que es reproducible en el 80% de las fábricas de pasta de papel del mundo. Permite generar localmente biometanol neutro en CO2 para uso como biocarburante, y estimamos un potencial de producción anual de dos millones de toneladas”.
La digitalización ha reducido drásticamente la demanda de papel en el mundo y la nueva biorefinería, que aprovechará su materia prima para convertirla en carburantes sostenibles, abre nuevas oportunidades a la explotación y aprovechamiento de las masas forestales locales.
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