¿Qué es y para qué sirve la batería auxiliar de una camper?

Las furgonetas camperizadas y autocaravanas soportan un mayor consumo eléctrico para alimentar los elementos que permiten su utilización como viviendas sobre ruedas. Disponen, como cualquier otro vehículo, de una batería principal o de motor, que se encarga de acumular energía para realizar el arranque y abastecer los componentes eléctricos de la mecánica. Se recarga durante la marcha gracias al alternador y es la habitual que todos los usuarios conocen.

Sin embargo, en una camper o autocaravana entran en escena elementos variados que necesitan electricidad para su funcionamiento. La batería principal resulta insuficiente para satisfacer tal demanda y es por ello por lo que se instala una auxiliar. Se recarga igualmente a través del alternador, pero tiene un circuito independiente para que el consumo del equipamiento no afecte a la principal y así pueda descargarla.

La batería secundaria se utiliza para alimentar elementos como la iluminación, la nevera, la televisión, los puertos de carga USB, bombas de agua… Se suelen ubicar bajo alguno de los asientos para no restar espacio al habitáculo y, en algunos casos, se ve liberada de trabajo mediante una toma de corriente externa a la red eléctrica de 220 V.

¿Qué tipos de baterías existen?

Las baterías auxiliares deben tener una mayor capacidad que las convencionales, de manera que puedan dar el servicio necesario sin llegar a descargarse más de un 50%, lo que resultaría poco adecuado para su vida útil. Lo aconsejable, por este motivo, es que superen al menos los 100 amperios/hora.

El consumo medio diario (puede oscilar mucho dependiendo del equipamiento) de una camper se sitúa en unos 50 amperios, por ello es aconsejable disponer de la mayor capacidad posible para evitar descargas profundas por debajo de ese 50% antes de mover el vehículo y que se produzca la recarga. También existe la posibilidad de alimentarla mediante la instalación de una placa solar, lo que garantiza su recarga incluso cuando se está detenido.

Las clásicas baterías de ácido no son recomendables para este uso, ya que toleran peor los ciclos de carga y descarga, resultan pesadas, voluminosas y no se pueden tumbar, por lo que su colocación en el vehículo es más complicada. En contrapartida, su precio es el inferior (entre 100 y 120 euros) aunque los inconvenientes anteriores no compensan el ahorro.

Las baterías más frecuentes en los vehículos camperizados son las AGM (por sus siglas en inglés, Absorbed Glass Material), que disfrutan de un buen compromiso entre su precio (entre 160 y 300 euros) y cualidades como su larga vida útil, la ausencia de mantenimiento, tiempos de recarga más rápidos, buen rendimiento a bajas temperaturas y facilidad de ubicación.

Otro tipo de baterías comunes en furgonetas y autocaravanas son las de gel, casi todas por encima de los 200 euros o incluso más pero con muchas ventajas: pueden durar por encima de los 10 años, están selladas, se colocan en cualquier posición, su voltaje es muy estable, aguantan bien las vibraciones y los picos de arranque de cualquier componente.

También se pueden instalar baterías de litio, aunque es poco habitual por su precio (por encima de los 600 euros). Son un excelente recurso de almacenamiento de energía, por su alto rendimiento y por tolerar descargas profundas de hasta el 100% sin verse especialmente afectadas, además de ser más pequeñas y ligeras.