Como era previsible, los precios de los combustibles han vuelto a subir este verano en una escalada que menoscaba cada vez en mayor medida el presupuesto familiar.
Entre los trucos para ahorrar en la gasolinera que popularmente circulan entre los automovilistas, es recurrente la idea de que es mejor repostar por la noche o a primera hora de la mañana, cuando las temperaturas son más bajas.
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La explicación se basa en las propiedades físicas de la materia que provocan que, con el calor, las moléculas de los materiales, tanto sólidos como líquidos o gaseosos, se expandan haciendo que ocupen más espacio. En el caso de los combustibles, ya sean gasolina o gasóleo, una temperatura baja hará que la misma cantidad del producto ocupe menos espacio que si se encuentra expuesta a unas condiciones ambientales más calurosas.
Leyenda urbana
Aunque el principio de esta teoría tenga sentido, conseguir un posible ahorro repostando en horas de menos calor no deja de ser una leyenda urbana. Y la razón es que este fenómeno de dilatación al ascender la temperatura incrementa de forma imperceptible el volumen ocupado por el combustible, pero no afecta a su poder energético intrínseco que permanecerá invariado.
Lo que se puede verificar en las condiciones extremas de un laboratorio no se puede dar en las situaciones reales porque es imposible que las diferencias térmicas ambientales oscilen tanto como para registrar una variación significativa en el volumen del combustible repostado.
Teniendo en cuenta la capacidad habitual de los depósitos de combustible, entre 45 y 65 litros, la diferencia entre el precio de un llenado entre las horas de temperatura mínima y máxima del día será por lo tanto despreciable.
Cubas subterráneas
Además, hay que tener en cuenta que en las estaciones de servicio, los combustibles se almacenan en cubas subterráneas a varios metros de profundidad, donde la temperatura permanece estable y sin que el contenido experimente hipotéticas dilataciones por el calor exterior.
Llenar el depósito por la noche o a una hora temprana no supondrá ningún ahorro tangible y es mejor adoptar otras medidas, como informarse con antelación de las estaciones de servicio con mejores precios y no desplazarse hasta ellas expresamente para repostar, sino aprovechar algún desplazamiento necesario para hacerlo.
Y a la hora de ponerse al volante, practicar una conducción eficiente, anticipando las frenadas, suavizando las aceleraciones y manteniendo el régimen del motor en su zona de mejor rendimiento será lo que al final marque la diferencia en el consumo del vehículo.
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