En invierno, los coches sufren mucho, sobre todo si se aparcan en la calle. Las gélidas temperaturas afectan a varios componentes del coche, que pueden protegerse con unos sencillos cuidados.
Además, esto servirá para que el arranque sea menos traumático para el vehículo y, a la larga, sufra menos averías.
Lo primero de todo: la batería
En invierno y con bajas temperaturas, las baterías tienen que hacer un esfuerzo extra a la hora de arrancar y para mantener algunos elementos eléctricos encendidos, como los hilos radiantes de los cristales traseros o los asientos calefactables, si el coche los lleva. Conviene confirmar que está en buenas condiciones.
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Para evitar un sobreesfuerzo a la batería a la hora de arrancar, se deben apagar todos los sistemas a bordo y todos los elementos que le puedan quitar energía, como la radio o la calefacción. Y, dentro de estos, mantener las luces apagadas mientras se arranca puede resultar crucial, ya que son de los elementos que más energía consumen.
Si la temperatura es extremadamente fría, otro buen truco para que la batería haga su trabajo lo mejor posible es calentarla previamente. Se puede utilizar desde un secador de pelo (no se debe acercarse a menos de 10 centímetros) hasta una bolsa de agua caliente.
También sirven unos paños calientes (se pueden calentar en el microondas), colocados durante un rato antes de arrancar (con 15 minutos debería ser suficiente). Hay que tener cuidado y no mojar la batería.
Mantener la batería cargada es también muy importante, casi lo más. Si está a medias, sería buena idea utilizar un cargador de batería para recuperar la energía.
Otros consejos:
- Pisar el embrague a fondo antes de arrancar. Si el coche tiene cambio manual, pisando el embrague se desacopla la transmisión y el motor de arranque debe hacer menos esfuerzo.
- No mantener el giro de la llave mucho tiempo. Si no arranca a la primera, no se debe insistir más de cinco segundos, ya que se fuerzan mucho la batería y el motor de arranque. Hay que esperar unos 20 segundos para intentarlo de nuevo y dejar a la batería que recupere la energía que tenga en ese momento.
- Encender los calentadores de los coches diésel dos o tres veces antes de arrancar. Se debe poner el contacto hasta que se apague la señal de los calentadores, apagar y volver a encender solo el contacto, varias veces, para que estas piezas hagan bien su función y asegurarse de que están a la temperatura correcta.
- Aparcar el coche en un sitio resguardado. Estacionar en un garaje sería lo ideal en invierno. Si no se puede, conviene hacerlo en un lugar que esté resguardado del viento. Esto hará que el coche no esté tan frío. Lo mismo si se aparca debajo de una farola. Esta fuente lumínica también evitará que el coche esté más frío.
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