El cambio es uno de los mecanismos de mayor exigencia del coche. Arrancar, acelerar, frenar o parar son acciones que necesitan de la intervención de las marchas para adecuar el esfuerzo del motor a la velocidad requerida en cada situación.
Y en los coches con cambio de accionamiento manual, que en la actualidad siguen siendo la mayoría, será el propio conductor el que seleccione mediante la palanca el desarrollo conveniente para cada situación. Una operación que, a lo largo del día puede multiplicarse por cientos de veces, sobre todo si se circula por el interior de las ciudades.
El trabajo constante de los mecanismos y engranajes del cambio puede provocar su deterioro, por desgaste o bien por alguna avería en alguno de sus numerosos componentes. Y es por ello que habrá que tener especial cuidado tanto en su manejo como en su mantenimiento.
Los síntomas de que algo no va bien y los tipos de avería que pueden afectar a este importante elemento de la transmisión van desde los ruidos o vibraciones hasta la pérdida de precisión de la palanca o, incluso, el bloqueo total del mecanismo y la imposibilidad de engranar las marchas.
La causa más común de que una caja de cambios se averíe proviene de un fallo en el mantenimiento. En concreto de la falta de aceite en su interior, imprescindible para reducir los constantes rozamientos internos y para disipar el calor que se genera al transmitir la potencia del motor a las ruedas.
Vigilar las posibles fugas de aceite
En muchas ocasiones, esta pérdida de aceite está provocada por una fuga de mayor o menor intensidad y es mejor darse cuenta a tiempo porque la falta de este aceite especial para transmisiones en su interior puede destruir por completo la caja de cambios.
Por ello no viene mal vigilar siempre el suelo del lugar donde se aparca habitualmente o mirar de vez en cuando si el coche deja algún rastro de aceite, síntoma de que hay algún escape de lubricante. Ya sea del circuito de lubricación del motor, del contenido en la caja de cambios o, en su caso, del diferencial en los vehículos de propulsión trasera y también en los 4×4.
Aunque la pérdida de aceite sea pequeña, con el tiempo y si no se repone, el nivel en la caja de cambios bajará lo suficiente como para dejar sin lubricar algunas de sus numerosas piezas móviles, quedando así expuestas a un rápido desgaste y provocando su rotura.
Una grave avería que llegará después de la aparición de ruidos anormales en el motor que pueden ser una señal de que los engranajes están dañados al funcionar sin la capa protectora del aceite. Y en estos casos de sonidos anómalos con el motor en marcha, también es posible que sea el embrague el que se haya visto afectado.
Cuando las marchas ‘rascan’ al entrar
Otro tipo de avería en el cambio se detecta cuando surgen dificultades al intentar accionar la palanca. Fricciones anormales al cambiar o resistencia para que entre la marcha seleccionada apuntan a algún daño de los sincronizadores, también conocidos como sincros.
Son unas piezas en forma de anillo que ayudan a que las marchas entren con facilidad independientemente de las revoluciones a las que gire el motor. Su deterioro provoca que, cuando se intenta cambiar, las marchas ‘rasquen’ y no se engranen con la suavidad habitual.
Lo mejor entonces será acudir al taller porque la avería irá seguramente a más y no se trata de una reparación barata puesto que requiere un desmontaje complicado.
Sin embargo, los daños pueden ser incluso mayores e impedir al conductor que meta la marcha requerida o que salte una vez engranada. El fallo suele entonces estar originado por desperfectos en los rodamientos que garantizan el giro del mecanismo de cambio de marcha.
Cambiar con suavidad y a las revoluciones adecuadas
Una avería diferente puede producirse por un desajuste del mecanismo de reenvío que transmite al selector de la caja de cambios los movimientos de la palanca. Su desarreglo también aconsejará acudir rápidamente al taller para evitar males mayores.
Sin embargo, es muy difícil que una caja de cambios bien cuidada se averíe a lo largo de toda la vida útil del vehículo. Están diseñadas para durar mucho tiempo y la mayoría de los fallos que presentan son debidos a un uso inadecuado o a la falta de mantenimiento.
El aceite que contienen es de muy alta calidad, aunque no sobra el vigilar su nivel en las revisiones periódicas para reponerlo si hace falta e incluso sustituirlo cuando lo indique el fabricante. Además, en muchos modelos de coches, no hace falta cambiarlo nunca porque el fabricante garantiza su función de por vida.
Lo que sí se puede hacer a diario para preservar la caja de cambios en buenas condiciones es usarla de forma suave, sin brusquedades, accionando correctamente el embrague y engranando las marchas a las revoluciones adecuadas para que el mecanismo no sufra y pueda experimentar un mayor desgaste.
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