Las zonas de estacionamiento regulado son muy habituales en las ciudades. Sirven para favorecer la rotación de las plazas de aparcamiento en calle. Las hay muy diferentes tipos y las más habituales son las azules y las verdes.
Aunque puedan parecer lo mismo, ya que hay que pagar por estacionar en ambas zonas, existe una diferencia de uso que es importante conocer. De lo contrario, el conductor se expone a una multa de tráfico, pese a que haya pagado en el parquímetro la tarifa correspondiente.
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Las zonas azules son de aparcamiento, por así decirlo, libre. Es decir, se puede estacionar cualquier vehículo en una de estas plazas siempre que se abone la cantidad correspondiente. Las tarifas varían dependiendo de la ciudad y, dentro de la misma, del barrio o el área.
Según los datos del RACE, Madrid, Barcelona, Palma de Mallorca y Bilbao son las ciudades con las zonas azules más caras del país. En el extremo opuesto se encuentran Las Palmas, Murcia o Burgos. Igualmente, los vehículos electrificados pueden disfrutar de precios más bajos por aparcar en zona azul o, incluso, estacionar de manera gratuita.
Solo para residentes
Las zonas verdes, a diferencia de la azul, suelen estar destinadas a los ciudadanos residentes. En algunas ciudades solo pueden aparcar los vehículos registrados como tal, mientras que en otras se pueden utilizar indistintamente. La única diferencia en este segundo caso es que los conductores no residentes tendrán que abonar una tarifa más alta que los residentes. Igualmente, los conductores no residentes tendrán un tiempo limitado para estacionar el vehículo en una plaza de color verde.
Hay que tener en cuenta que las zonas de estacionamiento regulado de cualquier color dependen del ayuntamiento de cada localidad. Así, las tarifas, los horarios y las limitaciones varían de ciudad a ciudad, por lo que es conveniente consultar cada caso particular antes de aparcar el coche. De esta manera, se evitarán multas de aparcamiento por desconocimiento.
Cómo aparcar en zona verde
Para poder utilizar una verde siendo residente es necesario registrarse como tal. El procedimiento puede variar entre ciudad y ciudad, pero el requisito más habitual es estar empadronado en un domicilio al que corresponda una zona verde.
El vehículo que se quiera utilizar tendrá que estar a nombre del ciudadano empadronado (tanto en propiedad como, por ejemplo, en renting) y cumplir con una serie de especificaciones técnicas, como tipo de automóvil y masa máxima autorizada por debajo de los 3.500 kilos.
Además, será necesario solicitar el registro ante la entidad local correspondiente. Una vez aceptada la solicitud, se suele recibir una pegatina que hay que colocar en el parabrisas del coche. De esta manera, los controladores de los aparcamientos sabrán que se trata de un residente.
Para utilizar la zona verde como residente se puede pagar la tarifa correspondiente, reducida en comparación con las zonas azules o los precios para no residentes. Hay distintas modalidades disponibles, como anual, mensual o trimestral.
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