Leer y responder un WhatsApp supone al conductor una pérdida de atención del 53%, y este es uno de los principales motivos de la conducción desatenta de los últimos ocho o nueve años, síntoma de un tiempo. “Desde el 2016, la primera causa de los accidentes mortales son las distracciones, y esto tiene un nombre, teléfono móvil y WhatsApp”, resumió en su día el director general de Tráfico, Pere Navarro.
Y ahora uno de cada tres universitarios (32,4%) confiesa que, en efecto, ha revisado esta aplicación u otro tipo de servicios de mensajería a la vez que conduce, y así lo refleja el estudio Hábitos de los jóvenes al volante.
Con la participación de casi 1.900 estudiantes de entre 18 y 25 años y elaborado por la Fundación Mutua Madrileña y la Asociación para el Estudio de la Lesión Medular Espinal (AESLEME), este informe detecta otros problemas habituales de seguridad vial. Por ejemplo, el 22,8% de los conductores encuestados reconoce realizar llamadas sin utilizar un dispositivo manos libres.
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Y aparece con más ímpetu aun el alcohol. Tres de cada cuatro universitarios (76,5%) ha visto a un amigo conducir después de haber consumido alcohol o drogas. Un 58,3% ha intervenido para impedir ese riesgo.
Alcohol al volante
Con el fin de sensibilizar a los estudiantes, ambas entidades organizan el programa de seguridad vial Agárrate a la vida, cuyo núcleo son conferencias de gran impacto protagonizadas por lesionados medulares y profesionales especializados en emergencias.
Miles de jóvenes participan en las charlas y algunos, tras ellas, colaboraron en 2022 y 2023 en la elaboración del documento Hábitos de los jóvenes al volante.
Sus autores sospechan que los jóvenes se muestran más remisos a revelar imprudencias propias. Aun así, uno de cada cinco (21%) confiesa que ha bebido alcohol antes de conducir. Un porcentaje similar (22,2%) reconoce abiertamente no respetar los límites de velocidad.
Sensibilización y educación vial
Como conclusión positiva, la mayoría de los participantes (96,5%) admite haber reflexionado gracias a las conferencias y se ha propuesto evitar o corregir, a partir de ese momento, cualquier hábito imprudente, ya sea beber o consumir drogas, utilizar el teléfono móvil o no usar el casco o el cinturón de seguridad.
La Fundación Mutua Madrileña publicó este mismo informe hace unos años con datos del periodo 2014-2016. Los resultados dejan ver “motivos para la esperanza con respecto a la evolución de las cifras”, si bien el cambio no es drástico.
Conductor alternativo
Por ejemplo, es menor el porcentaje de jóvenes que confiesa haber consumido alcohol antes de conducir (21% frente al 27% del estudio anterior), y también la proporción de universitarios que ha visto alguna vez a un amigo suyo coger el coche después de consumir alcohol o drogas (76,5% frente al 80%). Igualmente ha descendido el número de conductores que realiza llamadas sin el dispositivo manos libres (22,8% frente a 30%).
El porcentaje de jóvenes que ha impedido que un amigo se ponga al volante en estado de ebriedad se mantiene similar, un 58,3% en el último muestreo.
Sin embargo, el uso de la figura del conductor alternativo (aquel que sustituye al volante a su amigo en mal estado) es menos frecuente que hace una década. Del 39% de los jóvenes que decía haber ejercido alguna vez como tal, se ha pasado al 31,2% en el último año.
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