El puente de mayo en Madrid (la comunidad ha disfrutado de dos festivos: el 1, como el resto de España, y el 2 por ser su festividad) empezó con mucha acción en las calles de la capital. El martes por la noche, un Ferrari chocó con unas vallas en el centro de Madrid. Eso sí, no fue un accidente más.
Los hechos tuvieron lugar en el Paseo del Prado, situado entre la plaza de Cibeles y la glorieta de Atocha. Cerca de la fuente de Neptuno, epicentro de las celebraciones del Atlético de Madrid, estaban las vallas metálicas contra las que se chocó un Ferrari Portofino de color rojo.
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Tal y como informa El Mundo, ninguno de los dos ocupantes resultó herido. La investigación preliminar apunta a que el deportivo italiano bajaba por el citado paseo y terminó contra las vallas. Como consecuencia, giró sobre sí mismo y acabó situado en dirección contraria. Las fotos muestran los graves daños sufridos por el coche: capó, faros, parachoques delantero, rueda derecha, suspensión…
Hasta aquí sería un incidente protagonizado por un vehículo prestacional, pero la historia tiene más ingredientes. El copiloto intentó suplantar a la conductora asegurando a la Policía Municipal que él iba al volante: las cámaras del Banco de España demostraron que no era así.
Propiedad de Dyego Sousa
¿Por qué hizo eso? Parece que por dos razones. La conductora, una mujer brasileña de 40 años, conducía ebria: dio positivo duplicando la tasa permitida (0,50 y 0,51 mg/l en aire espirado) y se negó a hacer la prueba de contraste en sangre.
Está siendo investigada por un delito contra la seguridad vial y tanto ella como su acompañante deberán comparecer en un juicio rápido a lo largo de mayo. La segunda razón es que la conductora es la pareja del futbolista Dyego Sousa. El Ferrari estaba a nombre del jugador del Alcorcón, que iba en otro coche, un Mercedes, y que se personó en el lugar del accidente.
El Ferrari Portofino
El Ferrari en cuestión era el Portofino, que, en su momento, sustituyó al California. Ahora no figura en la oferta de la marca italiana porque su lugar lo ha ocupado el modelo de acceso de Maranello: el Ferrari Roma, en su versión Spider.
Cuando salió al mercado, el precio del Ferrari Portofino arrancaba en 215.000 euros. Este Gran Turismo de cuatro plazas se caracterizaba, entre otras cosas, por su techo duro descapotable.
Monta un V8 biturbo que le proporciona 600 CV de potencia, 40 V más que el Ferrari California. Su pareja de baile es un cambio automático F1 de siete velocidades y doble embrague. Con estas prestaciones, acelera de 0 a 100 km/h en 3,57 segundos y necesita 34 metros para detenerse desde 100 km/h hasta 0.
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