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El cambio secuencial representa una evolución significativa en la tecnología de transmisión de automóviles. Combina rapidez y precisión con una mayor durabilidad y un menor mantenimiento.
Una de las principales ventajas del cambio secuencial es su capacidad para realizar cambios de marcha de manera rápida y precisa. Porque a diferencia de las transmisiones manuales convencionales, donde el conductor debe presionar el embrague y mover la palanca, el cambio secuencial permite subir o bajar de marcha simplemente empujando o tirando de una palanca, o usando levas detrás del volante sin necesidad de pisar ningún pedal.
Esto resulta especialmente interesante en algunas situaciones, como por ejemplo en conducción deportiva o en carreras, donde la rapidez y precisión en el cambio de marchas son cruciales.
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Las cajas de cambio secuenciales, en principio, no se diseñaron para usarlas en coches, sino en motos o en coches de carreras, precisamente por esa rapidez y eficacia en su utilización.
Pero hoy en día, la mayoría de coches de calle que montan cambio automático, tienen un modo secuencial en el que se puede cambiar de marcha de un modo manual, empujando o tirando de la palanca para bajar o subir marchas, dependiendo de cómo esté configurado.
Y es que, aunque en los coches de carreras, lo normal es empujar la palanca para bajar marchas y tirar de ella para aumentarlas, por el movimiento natural que se puede producir en la mano al frenar o al acelerar; en los coches de calle pueden estar dispuestas al revés.
También se pueden ver coches que tienen levas tras el volante, que valen para esto mismo, para subir y bajar marchas al pulsarlas. En este caso pueden estar fijas tras el volante o girar con él. Las marcas las ubican de una forma u otra según sus criterios.
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