Son muchas las ciudades que, desde hace tiempo, ha iniciado una batalla contra la contaminación acústica procedente del tráfico rodado. Lo han hecho instalando radares de ruido, que vigilan los decibelios procedentes de los tubos de escape.
Los radares de ruido son también conocidos como radares medusa por la forma que tienen. Están equipados con micrófonos para medir el sonido que emite cada vehículo, incluso en condiciones de tráfico denso. También cuentan con cámaras para interceptar la matrícula del vehículo infractor.
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Normalmente, están instalados en la parte más elevada de los postes y su radio de acción son las zonas urbanas, donde la velocidad máxima tiene límites bajos de 30-50 km/h.
De experimento a realidad
Hace un par de años, Francia puso en marcha un experimento que acaba de terminar. Con él, instalaron radares de ruido en siete ciudades, entre las que figuraban Niza, Saint-Lambert, Toulouse o París.
En la capital, los radares medusa se ubicaban en el Distrito 17 y en el 20: entre enero y octubre de 2022, el número de coches que, cada día, superaban los niveles de ruido permitidos oscilaban entre 10 y 44.
Ahora, París acaba de anunciar que la lucha contra la contaminación acústica se va a intensificar: el objetivo es reducirla en dos decibelios. A partir de verano, los radares de ruido ya no serán un experimento y todos los vehículos que superen los 85 decibelios serán sancionados. Cada infracción se castigará con una multa de 135 euros, que se reducirá a 90 euros si se paga en un plazo de 15 días.
Radares de ruido en España
En España sólo hay una ciudad que ha apostado por instalar radares de ruido para frenar la contaminación acústica proveniente del tráfico, multando a los vehículos que superan ciertos niveles.
Barcelona ha colocado estos radares en 11 puntos de la ciudad y, también, en la carretera C-31. Eso sí, no multan a los vehículos infractores.
Por su parte, la Dirección General de Tráfico (DGT) no tiene radares de ruido entre sus sistemas de vigilancia, aunque pueden sancionar a los coches que superen cierto nivel. Y es que la normativa establece un límite máximo de 87 dB: quien supere esta cifra o la que figura en la ficha técnica del vehículo será sancionado.
- Hasta cuatro decibelios: 90 euros.
- Entre cuatro y siete decibelios: entre 91 y 300 euros.
- Más de siete decibelios: entre 300 y 600 euros.
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