En los corrillos del Salón del Automóvil de Ginebra se habla de la compra de Opel por parte del Grupo PSA, porque la operación es importantísima y afectará, de un modo u otro, al desarrollo del sector. Pero en un salón de su estilo se habla sobre todo de coches: y este es el año de los SUV (la fiebre continúa) y de los superdeportivos.
Asomándose entre modelos como el Range Rover Velar, el DS7 Crossback, el Volvo XC60, el Mitsubishi Eclipse Cross, aparece otros extremadamente potentes como la útima producción de Ferrari: el 812 Superfast. Un coche de 800 CV que supera los 340 km/h y hace el 0-100 km/h en 2,9 segundos.
La joya italiana es una de las estrellas de un certamen en el que hay sitio para deportivos de todos los calibres, desde aquellos que ocupan los escalafones bajos hasta los superdeportivos más impactantes. Entre los primeros, los más modestos, llaman la atención el nuevo SEAT León Cupra (el SEAT más potente de la historia con 300 CV, al fin y al cabo) y el Honda Civic Type R, que desarrolla 320 CV (diez caballos más que la anterior generación).
Pero el protagonismo de verdad se lo llevan máquinas impresionantes como el McLaren 720S, una máquina de 720 CV que llega a los 341 km/h, o el Lamborghini Huracan Performante, capaz de haber superado el récord de vuelta en el circuito de Nürburgring.
Pero la lista en el Salón de Ginebra es amplísima: Lamborghi Aventador S, Pagani Huayra Roadster, Zenvo TS1 GT, Porsche 911 GT3, Koenigsegg Regera, Porsche 911 GTS…
Y, de propina, ha habido hueco para el resurgir de la tendencia retro, con la presentación oficial de modelos como el DB Speedback GT o el Alpine A110, que resucita con un motor de 252 CV y una velocidad máxima limitada a 250 km/h.
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