La diferencia de tamaño no se traslada a la habitabilidad, porque el Kia es en la práctica el más amplio de todos gracias a su carrocería más cuadrada. Y a pesar de no ser más ancho, está mejor dotado para llevar tres adultos atrás, porque apenas tocan en los laterales del techo. El Toyota, en cambio, es el menos amplio y acusa una carrocería con mucha chapa y poco cristal, que puede dar un poco de claustrofobia en las plazas traseras. Y al igual que el BMW, no lleva asideros en el techo para sujetarse en las curvas.
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El Mercedes y el BMW son más anchos e incluyen delante unos butacones muy cómodos para viajar. Pueden alojar tres adultos atrás, aunque, a partir de 1,75 metros, los de los lados tocan en el techo. Y la línea de la carrocería exige agacharse al entrar para no rozar con la cabeza. El X4 ofrece el mejor maletero, seguido del GLC, que lleva un doble fondo bajo el piso, pero no resulta tan aprovechable. El del Kia es algo mayor que el Toyota, y todos permiten abatir los respaldos por partes para cargar bultos grandes.
El Mercedes ofrece la puesta en escena más elegante, con detalles sofisticados y un ambiente muy exclusivo. El BMW está a la altura en materiales y ajustes, pero mantiene un diseño continuista que evoluciona poco. Entre los híbridos, el Toyota es mucho más sugerente, tanto en la instrumentación como en el salpicadero. Y el Kia resulta más simple y convencional, e incluye detalles austeros, como los plásticos del volante y el salpicadero.
Todos son cómodos para viajar, pero con ventaja del Mercedes, que absorbe muy bien y supera por matices al BMW. La suspensión del Toyota filtra bien y es algo más confortable que la del Kia. En la sonoridad, el GLC y el X4 son muy silenciosos y apenas dejan oír el motor. Y las mecánicas híbridas del Niro y el C-HR resultan relajantes en ciudad, pero el primero está poco aislado y el japonés resulta ruidoso cuando se acelera a fondo.
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