Prácticamente todas las marcas tienen un historia un modelo que no funcionó como estaba pensado o un experimento que se salía de lo habitual. En el caso de Aston Martin fue el Cygnet, un urbanita que lanzó al mercado en 2011 y cuyo éxito no estuvo a la altura de lo esperado, básicamente porque se trataba de un Toyota iQ con mejores acabados y costaba cerca de 40.000 euros. Sin embargo, un cliente del fabricante británico ha querido dar al suyo los honores que se merece y la división de personalización de la casa, ‘Q’, lo ha hecho realidad: el Aston Martin Cygnet V8.
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El nombre es bastante revelador, ya que subraya la clave de la transformación: la incorporación de un motor V8 atmosférico, concretamente uno de 4,7 litros procedente de un Vantage S, que desarrolla 436 CV de potencia y 490 Nm de par máximo. Lógicamente, para soportar tal propulsor cuenta con un diferencial autoblocante y manda la fuerza a las ruedas traseras.
Su incorporación supone un aumento considerable de peso para el urbanita, que ahora marca 1.375 kilos sobre la báscula, en lugar de los poco más de 1.000 que pesa el modelo de serie. Es este aumento el que lastra algo sus prestaciones, que por otra parte tampoco son malas: acelera de 0 a 100 km/h en 4,2 segundos y tiene una velocidad máxima de 274 km/h.
Las modificaciones mecánicas no paran ahí: también monta la caja de cambios Sportshift II de siete marchas del Vantage S, del que también ha recibido la electrónica y el sistema de frenos, con unos discos delanteros de 380 mm de diámetro mordidos por pinzas de seis pistones y de 330 mm con pinzas de cuatro pistones detrás.
Su imagen es distintiva, y en ella destacan sobre todo los pasos de rueda ensanchados y fabricados en fibra de carbono, necesarios para alojar unas vías agrandadas (1.570 mm delante y 1.560 mm detrás), necesarias para que el Aston Martin Cygnet V8 tenga más estabilidad. Las llantas pasan de 16 a 19 pulgadas y tras ellas las pinzas de freno destacan en un llamativo amarillo.
El habitáculo también ha recibido bastantes modificaciones, como la instalación de una jaula antivuelco para mejorar la seguridad, asientos Recaro de competición, arneses de cuatro puntos, volante extraíble y un salpicadero con fibra de carbono.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.