Después de subirse al FW46 en los entrenamientos libres del Gran Premio de Gran Bretaña, en la cita de Italia, Franco Colapinto se convirtió en piloto titular de Williams. Hasta llegar ahí, el camino no ha sido fácil.
Cambiar su país natal, Argentina, por Europa fue una decisión complicada. Franco Colapinto, eso sí, sabía que era el único camino para perseguir (y lograr) su sueño de ser piloto de Fórmula 1.
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Primera parada europea: Italia
¿Cómo empezó todo? Igual que otros pilotos: en el mundo del karting. Franco Colapinto fue campeón nacional en Argentina, un título que se convirtió en un trampolín para saltar a Europa cuando tenía 14 años.
Su primer destino fue Italia, donde entró a formar parte de CRG. El equipo, uno de los más relevantes de esta disciplina, también le proporcionó un lugar donde vivir: la propia fábrica, como desveló el piloto en una entrevista.
La experiencia no salió como esperaba: dos meses después de llegar al Viejo Continente, regresó a Argentina. Volvió a competir en el Campeonato Argentino de Karting: esta vez en la categoría Senior. Se llevó el título y, una vez más, cruzó el Atlántico para aterrizar en España.
Segunda parada europea: España
En 2019 fichó por el equipo de Fernando Alonso y se hizo con el campeonato de Fórmula 4. Un año después fue tercero en la Fórmula Renault y en 2021 peleó en las 24 Horas de Le Mans, en la segunda categoría de prototipos (LMP2). En 2022, llegó a la Fórmula 3.
Aquel año vivió su accidente más serio… y no fue con un coche. En aquel momento disputaba la Fórmula Renault y en la cita de Mónaco fue descalificado por un error del equipo. Su compañero le invitó a quedarse allí, en su casa, una semana.
El accidente de Franco Colapinto
Un día antes de su cumpleaños, como parte de su entrenamiento, salió a montar en bicicleta. Iba detrás de un Audi, que frenó de golpe porque un peatón “puso el pie en la calle”. Franco Colapinto explicaba que dio al coche de lleno y, en consecuencia, se rompió la nariz y se hizo una herida debajo del ojo que precisó once puntos.
En el hospital no pudieron hacer nada con su nariz partida. Un día después compitió en el circuito Paul Ricard con ella así, un ojo hinchado y casi sin poder respirar. Cuando terminó la carrera puso rumbo a Mallorca, donde vivía, y un médico le colocó la nariz.
La idea inicial era operarle, pero no accedió porque el fin de semana tenía carrera: “Me lo tuvieron que hacer manualmente y me pusieron unos palos por la nariz. No me había quebrado nunca, pero el dolor que tuve fue lo peor que me pasó en mi vida (..). Fue una locura”.
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Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.