En tiempos de crisis se defrauda al seguro más veces, pero por menos dinero. Siguiendo el patrón propio de las épocas de recesión, el 6,3% de los partes de coches de los dos últimos años eran falsos, frente al 5,7% del bienio anterior (2017-2018). El coste medio de los engaños descendió, sin embargo, hasta los 1.130 euros por caso (-13%).
Son las cifras principales del VI Barómetro del Fraude en el Seguro de Autos y de Hogar de Línea Directa, con datos de 2019 y 2020, donde se describe el retrato robot del tramposo habitual: un hombre joven con un trabajo precario que quiere incluir en el parte “daños ajenos al siniestro, generalmente materiales”. La mayoría de casos tienen que ver con el seguro de automóviles.
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Más de la mitad de quienes se dieron al fraude en ese periodo (sin éxito) reconoce que la causa fue “la situación económica generada por la pandemia”. El barómetro analiza los datos de 2019 y 2020, y las cifras variaron mucho de un año a otro: en 2019 el porcentaje de estafas fue del 5,7%, mientras que un año después subió hasta el 6,9%.
Desde el punto de vista del defraudador, podría decirse que hubo más cantidad que calidad: a causa del confinamiento, las mafias organizadas se coordinaron peor y afloraron, haciéndolo a su modo, los pequeños estafadores particulares.
“Este tipo de fraude lo pagamos entre todos los asegurados, ya que, además de encarecer las pólizas, puede estar conectado con delitos muy graves y organizaciones muy peligrosas”, advierte no obstante Mar Garre, directora de Personas, Comunicación y Sostenibilidad de Línea Directa. Porque aún perviven las redes que simulan siniestros para blanquear dinero procedente del narcotráfico o las mafias, reseña Línea Directa, que fingen atropellos a ciclistas.
“La pandemia ha disparado los intentos de estafas al seguro, llevándolo a sus máximos históricos”, añade Mar Garre. Los especialistas de la compañía han analizado casi 75.000 fraudes detectados, mayoritariamente relacionados con el seguro del coche (65.000), y la principal conclusión es que la proporción de partes falsos subió un 21% en 2020 a pesar del confinamiento y de las restricciones de movilidad. Al cierre de ese ejercicio, siete de cada cien partes eran falsos, el máximo histórico desde que se analizan estos datos (2009): entonces el porcentaje fue del 1,9%.
El crimen (des)organizado
Al mismo tiempo, la covid paralizó también a las redes organizadas de fraude al seguro, que sufrieron –señala el análisis– “dificultades logísticas y de movimiento”. Los expertos de la compañía detectaron “74 mafias en 2020 y 111 en 2019”. Como referencia, en 2018 la cifra había llegado a 123.
A diferencia de lo que sucede con los estafadores individuales, que inflan los perjuicios para cobrar una indemnización más alta o para arreglar daños que ya existían, los grupos mafiosos actúan simulando siniestros o directamente causándolos. La mafia tipo la forma un grupo más o menos amplio de personas con dos o tres cabecillas que se ocupan de “reclamar las indemnizaciones por daños corporales debido a su mayor importe, siete veces superior al de otros intentos de fraude”.
Estas estructuras criminales practican lo que Línea Directa llama “fraude en carrusel”, porque las organizaciones van estafando a varias aseguradoras de forma sucesiva. El coste medio de estas estafas ronda los 7.500 euros; unas 6,6 veces más que los fraudes convencionales.
Clínicas y atropellos
El mapa del fraude
Tras el análisis de 65.000 fraudes relacionados con las pólizas de automóviles, la clasificación territorial de estafas la encabeza Cantabria, con un 9,4% de partes falsos en 2019 y 2020, seguida por Cuenca (8,6%) y Málaga (7,6%), todas ellas muy por encima de la media nacional (6,3% de los partes). En la parte baja de la clasificación aparecen Soria (2,9%), Teruel (3%) y Palencia (3%).
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Periodista especializado en seguridad vial. Editor y redactor de El Motor desde 2016. Empezó a escribir de fútbol en 1998 en Diario 16 y ha trabajado en varios proyectos de Prisa Media desde 2000. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra, es autor de ‘Aquí no se rinde ni Dios’ (2020).