El siglo XXI ha traído consigo una innovación sin precedentes en la industria automotriz. Cada pocos años, nuevas generaciones de motores inundan el mercado, relegando rápidamente los diseños anteriores al olvido. La velocidad y la facilidad priman, y la constante mejora tecnológica es una exigencia para no quedarse atrás.
Sin embargo, en medio de esta vorágine de cambios, existen excepciones que desafían la lógica. Se trata de motores que, por su singularidad y, sobre todo, por su fiabilidad inquebrantable, se niegan a desaparecer. No buscan titulares ni impresionan por su sofisticación; simplemente, cumplen su función.
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Toyota 1HZ
Este es el caso de un propulsor diésel de Toyota que, sorprendentemente, en 2025 sigue impulsando vehículos nuevos, casi inalterado desde su lanzamiento a principios de los años 90. Se trata del Toyota 1HZ, un motor que nació con un propósito claro: la durabilidad en las condiciones más extremas. Concebido en 1990 para dar vida al legendario Land Cruiser de la Serie 70, este diésel de seis cilindros en línea y 4.2 litros no fue diseñado para emocionar, sino para perdurar.
Su secreto radica en una sencillez mecánica que lo convierte en un prodigio de resistencia. El 1HZ es un motor diésel de aspiración natural con un bloque de hierro fundido, cigüeñal forjado y una bomba de combustible mecánica tolerante a combustibles de baja calidad. Carece de turbo, inyección directa o cualquier otro artificio que pueda comprometer su robustez. Con aproximadamente 129 caballos y 285 Nm de par, quizás no gane carreras de aceleración, pero está garantizado para subir montañas, cruzar ríos y seguir adelante cuando más se le necesita.
Nunca falla
A lo largo de las décadas, el 1HZ ha recibido mínimas actualizaciones, centradas principalmente en sistemas de control de emisiones, pero su arquitectura central ha permanecido intacta. Esto no es una coincidencia, es un diseño deliberado. Si algo funciona tan bien, ¿por qué modificarlo? Este motor ha impulsado infinidad de Land Cruiser en el interior de Australia, la sabana africana y Oriente Medio. Agencias humanitarias, fuerzas militares y agricultores de zonas remotas confían en él hoy por la misma razón que en los 90: nunca falla.
En 2025, el Toyota 1HZ sigue prosperando, especialmente en entornos donde la fiabilidad es crítica. Se le encuentra en los Land Cruiser Serie 70, utilizados para trabajos agrícolas en el desierto australiano, para entregar suministros en Oriente Medio o para transportar agua en el África subsahariana. Su simplicidad facilita las reparaciones en zonas remotas y garantiza la disponibilidad de piezas. Organizaciones como la ONU o Médicos Sin Fronteras siguen adquiriendo nuevos Land Cruiser con motor 1HZ a través de la delegación de Gibraltar de Toyota, conscientes de que la ausencia de diagnósticos por portátil o electrónica frágil es una ventaja en entornos hostiles.
Un millón de kilómetros
Este motor no sigue en primera línea únicamente por haber tenido suerte, sino por ingeniería. Además de su bloque, de la culata de hierro fundido o del cigüeñal forjado, ya mencionados, cuenta con una distribución por engranajes (sin correas ni cadenas que puedan romperse o estirarse), son testimonios de su durabilidad. Asimismo, su naturaleza atmosférica elimina el estrés térmico del turbo y los fallos de sensores complejos. Los mecánicos lo adoran porque puede reconstruirse con herramientas básicas, funcionar con diésel de baja calidad e incluso permanecer al ralentí durante horas sin inmutarse.
En minas subterráneas de Australia y zonas de prueba en la sabana africana, estos motores siguen funcionando mucho después de que los chasis se hayan oxidado. Las historias de estos propulsores 1HZ con alto kilometraje son incontables; en foros de internet, muchos usuarios han reportado cifras asombrosas que superan los 750.000 kilómetros en el marcador. Toyota, 35 años después, sigue manteniendo vivo el 1HZ en la Serie 70, garantizando la disponibilidad de piezas y servicios incluso en talleres remotos.
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Entusiasta del motor en toda su magnitud, preferiblemente los V12. Le dijeron que cuatro ruedas eran mejor que dos, por eso se compró otra moto. Claro que también le apasiona cuando van las cuatro juntas. Ha trabajado como creativo publicitario para muchas marcas de coches y motos e hizo la mili en esto de juntar letras en la editorial Luike.