Los planes del Gobierno no tienen fecha de ejecución, pero está comprometidos con la Unión Europea: antes o después, el Estado implantará las autovías de pago. Y aunque la medida ha quedado en el aire, porque el contexto económico y la proximidad de las elecciones animan a esperar, algunas administraciones estudian ya los posibles sistemas de cobro. El último ensayo llamativo es el de Gipuzkoa en la A-8.
El uso de mecanismos de cobro en las vías principales, previsto en origen para 2024, aparece mencionado en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia enviado a Bruselas en junio de 2021, en virtud del cual España recibirá 140.000 millones de euros hasta 2026.
En él, se hace referencia a las autovías de pago como uno de los compromisos con Europa: “Es preciso desarrollar un sistema de pago por uso de la red de vías de alta capacidad que permita cubrir los costes de mantenimiento”, dice el texto.
Desde entonces, se han planteados diversas posibilidades, como el cobro por kilómetro recorrido o el pago de una tasa anual igual para todos los vehículos. Lo que plantea el programa Gipuzkoa Living Lab, de la Diputación de Gipuzkoa, es una tarifa variable que premie a los coches menos contaminantes.
Autovía A-8 de pago
En una prueba piloto desarrollada en la salida del semienlace de la AP-8 en Orio, la Administración guipuzcoana ha usado un sistema que aplica una tarifa particular en función del nivel de emisiones.
El elemento clave es un sensor remoto que calcula la presencia real de gases, más allá de suposiciones teóricas o de la etiqueta medioambiental de la Dirección General de Tráfico (DGT).
La prueba se realizó durante la semana del 6 de febrero. La tecnología de medición está dotada de una cámara de visión artificial y dos sensores ópticos, uno en cada lado de la carretera, que detectan el vehículo y pueden medir en tiempo real la longitud de onda de compuestos como el dióxido de carbono y otros contaminantes.
En particular, el sistema desarrollado por la empresa Opus RSE detecta todas las emisiones del tubo de escape: monóxido de carbono, dióxido de carbono, óxido nítrico, dióxido de nitrógeno, hidrocarburos, amoniaco y partículas PM.
A partir de esta medición, el sistema clasifica el vehículo por su nivel de emisiones reales (bajo, medio o alto). El sistema también mide la velocidad y la aceleración del vehículo, y su cámara de visión artificial integrada (por medio de la matrícula) determina la antigüedad y el tipo de vehículo.
“Todos los parámetros anteriores se combinan para dar una tarifa de peaje justa e individualizada”, explica la compañía en un comunicado.
Peajes más justos
Después de tres días de prueba y la medición de más de 1.700 vehículos, el programa piloto abre la posibilidad de aplicar una tarificación más exacta, si es que se decide que el criterio sean las emisiones contaminantes.
En palabras de la diputada foral de Infraestructuras Viarias, Aintzane Oiarbide, se trata de “uno de los proyectos de innovación más interesantes del departamento y pionero a nivel estatal y europeo”.
La Diputación de Gipuzkoa no tiene una fecha prevista para la implantación de este sistema, pero no quiere demorarlo: “Muy pronto veremos instalada esta tecnología en nuestras carreteras”, asegura Oiarbide.
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Periodista especializado en seguridad vial. Editor y redactor de El Motor desde 2016. Empezó a escribir de fútbol en 1998 en Diario 16 y ha trabajado en varios proyectos de Prisa Media desde 2000. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra, es autor de ‘Aquí no se rinde ni Dios’ (2020).