El Rolls-Royce Ghost, pese a que nació en 2009, se ha convertido en uno de los modelos más reconocibles de la marca gracias a su icónico diseño. Y no solo eso: como se trata del vehículo “de acceso” a Rolls-Royce (aunque su precio se sitúe en torno a los 300.000 euros), también es el más exitoso de la casa.
Precisamente por eso, afrontar la llegada de su segunda generación es una cuestión peliaguda, ante la que la firma británica ha optado por cambiar todo, pero sin que lo parezca.
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En el frontal la parrilla cromada de grandes dimensiones sigue presente, pero sus lamas inferiores ahora están enmarcadas. Los grupos ópticos han aumentado de tamaño, tienen forma rectangular y presentan una firma LED en forma de ‘U’ horizontal, y en el paragolpes la entrada de aire ahora ocupa todo el ancho del vehículo. En la vista lateral se aprecia un conjunto algo más estilizado y dinámico, y en la zaga los pilotos tienen un gran tamaño y también están presentes dos salidas de escape.
La generación previa ya tenía unas dimensiones considerables, pero esta ha crecido todavía más: mide 5.546 milímetros de largo (+89 milímetros), 1.978 milímetros de ancho (+30 milímetros) y 1.570 milímetros de alto, mientras que su batalla es de 3.290 milímetros.
Esto da lugar a un habitáculo realmente espacioso en el que no faltan materiales de primer nivel como el cuero o la madera, al que se accede gracias a un sistema de apertura de puertas automático y que cuenta con el ya conocido techo estrellado Starlight, con multitud de LED simulando el cielo. Un sistema de purificación de aire y un sistema de audio de alta fidelidad (y 18 altavoces) añaden comodidad al interior.
Su motor sigue siendo el mismo, un bloque 6.75 V12 biturbo de 571 CV y 800 Nm, pero estrena plataforma (la Architecture of Luxury), dispone de la suspensión Magic Carpet Ride, eje trasero direccional y tracción a las cuatro ruedas, entre otros detalles.
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