Pocos modelos pueden jactarse de cumplir lustros y décadas y seguir en el mercado, ya sea con mayor o menor éxito comercial. Pero este hecho es ligeramente más fácil si en su nacimiento se convirtió en todo un icono, como es el caso del Volkswagen Transporter.
Hace ya 65 años, en 1950, salió de producción su primera generación, el T1, la más reconocida de toda su historia. Sin embargo, su desarrollo dio comienzo tres años antes con un simple boceto a lápiz que estaba fuertemente inspirado por el Beetle. Obviamente, fue difícil trasladar los particulares rasgos del escarabajo a un formato de furgoneta, pero se aprecian trazas en la forma de los faros, el diseño de las llantas o la forma curva del techo.
Creado sobre un chasis de escalera, tenía capacidad para ocho personas, aunque llama la atención que pudiera moverse con ellas dentro, dado que estaba propulsada por un motor 1.1 que solo entregaba 24 CV. A pesar de ello fue un éxito inmediato en la época, hasta el punto de que Volkswagen tuvo que crear y dedicar una fábrica en exclusiva a su producción durante seis años. Igual que su hermano pequeño, también tuvo mote: Bulli en territorio alemán y Microbus en tierras estadounidenses.
En estas más de seis décadas el Transporter ha continuado con su éxito y a día de hoy, con el T5 en el mercado y la T6 prevista para finales de año, cuenta con 11 millones de unidades vendidas a sus espaldas.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.