Los excesos de velocidad son una constante en las carreteras de todo el mundo. Las multas derivadas de esta actitud son muchas, pero hay casos que llaman la atención por motivos propios. La policía belga acaba de hacer público la que se ha registrado como la multa de velocidad más alta del mundo: un conductor circulaba a 413 km/h.
Los hechos tuvieron lugar en Bélgica en 2022, pero hasta ahora no se había revelado la información. El cuerpo de seguridad no ha hecho públicos datos del lugar en el que ocurrieron, ni la identidad del infractor, ni el coche que conducía.
La información policial señala que fue cazado por un radar móvil, en cuya instantánea figura una velocidad de 388 km/h. Sin embargo, aplicando los márgenes de error del dispositivo, se calcula que la velocidad real a la que podía circular era de 413 km/h.
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Con de tales cifras, los hechos debieron de ocurrir en una autopista o autovía, pues en cualquier otro tipo de carretera no hay espacio material para alcanzar semejante velocidad. En esos casos, el límite legal de velocidad en Bélgica es de 120 km/h, por lo que el infractor estaría más que triplicándolo.
A dicha velocidad el automóvil avanza a 114 metros por segundo, es decir, más de un campo de fútbol, por lo que las posibilidades de reacción del conductor ante cualquier imprevisto son mínimas. Además, en caso de reaccionar a tiempo y frenando a fondo, es necesario prácticamente un kilómetro de distancia para poder detenerlo por completo.
El coche infractor
Tampoco ha trascendido qué vehículo fue el sancionado, pero la lista de opciones no es muy amplia, puesto que pocos coches han salido a la venta en los últimos años que sean capaces de superar los 400 km/h de punta.
Todos pertenecen a marcas de lujo e hiperdeportivos, solo al alcance de personas con una cuenta bancaria saneada. Así, el Bugatti Chiron y sus distintas variantes pueden circular a ese ritmo, pero también su predecesor, el Bugatti Veyron. Algunas creaciones de Koenigsegg rondan esa cifra, el Hennessey Venom la supera y el SSC Tuatara también.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.