La Clase S es la crème de la créme de la familia Mercedes, pero incluso en el mejor pastel siempre hay una guinda que destaca sobre el resto, que luce por encima y lo lleva al siguiente nivel: el Mercedes-AMG S65 Cabriolet.
Con la base del Clase S, recibe los pertinentes añadidos AMG, como los logos, la parrilla con doble listón, los marcos cromados en el paragolpes y la línea de las ventanas, las dos salidas de escape dobles y las llantas multirradio de 20 pulgadas. Llama también la atención la capota de lona, disponible en cuatro colores, que consta de tres capas para mejorar el aislamiento térmico y sonoro, y se abre o cierra en 17 segundos a velocidades de hasta 50 km/h.
El habitáculo aúna todo lo que representan la Clase S y AMG: lujo y deportividad. Con un ambiente en el que predomina el tono beige, cuenta con asientos eléctricos exclusivos tapizados en Nappa (con sistema de aire caliente en los reposacabezas), el salpicadero y las puertas tienen inserciones de fibra de carbono, el volante tiene un diseño de tres radios achatado en la parte inferior y el cuadro de instrumentos es totalmente digital, con dos pantallas TFT.
Entre el equipamiento de serie destacan los asistentes de aparcamiento, la cámara de visión de 360 grados, el sistema de sonido Bursmester de alta calidad, el HUD, los faros Full LED, el acceso y arranque sin llave…
Y, por último, el motor. Bajo su larguísimo capó se oculta un bloque V12 de seis litros turboalimentado por partida doble, que desarrolla 630 CV y un par máximo de 1.000 Nm. El propulsor va asociado a una caja de cambios AMG Speedshift Plus 7G-Tronic, puede gestionar la potencia con tres modos de conducción (C, S y M) y la manda al eje trasero.
De esta manera acelera de 0 a 100 en 4,1 segundos y alcanza una velocidad máxima de 250 km/h, que puede aumentar hasta los 300 si equipa el AMG Driver’s Package.
Los pedidos se podrán realizar a partir de abril de 2016, mientras que las primeras entregas comenzarán un mes después.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.