Los atropellos y los motoristas, las grandes preocupaciones de la DGT

Como resumen de sus últimos cuatro años de trabajo, el director general de Tráfico, Pere Navarro, cree que la última legislatura, “pese a los obstáculos vividos, ha sido fructífera en lo que a seguridad vial se refiere”. Y no solo por las medidas adoptadas, sostiene Navarro, sino “por el paso adelante que se ha dado en consolidar el término movilidad segura, un concepto más amplio y ambicioso que el de seguridad vial”.

Aun con todo, las cifras negativas han vuelto al primer plano: el año pasado, en España fallecieron en siniestros viales 1.746 personas. El máximo responsable de la Dirección General de Tráfico (DGT) ha aprovechado una conferencia hoy en la Fundación Mapfre para hacer balance del cuatrienio anterior y presentar los datos de siniestralidad consolidados de 2022. Salvo por la confirmación definitiva de los correspondientes a Cataluña, la cifra de mortalidad supone un descenso del 1% respecto a 2019 (nueve fallecidos menos).

Navarro querido poner en contexto los números. En el último ejercicio, “se registró un aumento del 3% en el número de desplazamientos por carretera, había 220.000 conductores más y también más coches”, ha dicho. El parque de vehículos creció en concreto un 3,6%.

El director general de Tráfico reseñó, por otra parte, que el número de fallecidos en las vías interurbanas creció un 3% con respecto a 2019 (1.270 víctimas), mientras que descendió un 8% en las vías urbanas (476). 

Y otras tres cifras que aporta la DGT terminan por completar, a grandes rasgos, la siniestralidad vial de 2022. Se produjeron 129.603 accidentes con víctimas​, en los que hubo 8.503 heridos hospitalizados​ y 119.354 heridos no hospitalizados​.

En el desglose de los números, a Tráfico le desvelan en particular los usuarios vulnerables, que representan el 50% de las víctimas mortales (874). El año pasado, fallecieron en un siniestro vial 437 motoristas: fueron un 6 % menos que en 2019, pero preocupan a la DGT. “Atención con los motoristas. Uno de cada cuatro fallecidos el año pasado iba en moto. [Las motocicletas] son el 15% del parque y el 25% de los fallecidos. Esto marca un cierto mensaje”, ha dicho Navarro.

También ha hecho hincapié el responsable de la DGT en el fallecimiento de 348 peatones (9% menos). De ellos, 134 perdieron la vida en la carretera. “Ojo, el 11% de los fallecidos en la carretera son peatones: esto marca un problema emergente”, ha señalado Navarro. Por otra parte, fallecieron 81 ciclistas (igual que hace cuatro ejercicios) y ocho usuarios de vehículos de movilidad personal (sin cifras de referencia).​ 

Referente europeo

A modo de síntesis, en todo caso, Navarro ha asegurado que España “sigue siendo un referente en Europa con 37 fallecidos por millón de habitantes, cuando la media en la Unión Europea es de 46”.

Con la vista puesta siempre en la reducción de la siniestralidad, Pere Navarro ha recordado como un punto clave de esta legislatura la reducción de la velocidad máxima de 100 km/h a 90 km/hora en 10.000 kilómetros de carreteras convencionales. En una línea similar, se ha implantado el límite de 30 km/h en las calles de un único carril de circulación en todas las ciudades. 

Asimismo, se ha aprobado la Estrategia de seguridad vial 2030 con el objetivo de reducir en un 50% el número de fallecidos y heridos graves por siniestros de tráfico para ese año. 

Uno de las acciones estrella fue la reforma de la ley de tráfico, con una transformación notable en el permiso por puntos. Sin aumentar el importe de las multas, se corrigió al alza la detracción de puntos en algunas infracciones más peligrosas, como sujetar el móvil con la mano mientras se conduce (de tres a seis puntos) o circular sin el cinturón de seguridad y llevarlo mal abrochado (de tres a cuatro puntos).

La evolución de la siniestralidad vial se puede ver desde otro punto de vista. Así lo cree el director del Área de Prevención y Seguridad Vial de Fundación Mapfre, Jesús Monclús, que ha acompañado a Pere Navarro. “Si vemos los datos prepandemia y pospandemia, con respecto a 2019 estamos en la casilla de salida, y para nosotros es mala noticia. Sobre todo, cuando lo relacionamos de reducir en un 50% el número de fallecidos para 2030”, considera Monclús.

Techo de cristal

“La seguridad parece haberse topado con un techo de cristal y eso exige que tomemos medidas más contundentes y más eficaces. Ya veníamos hablando de esto y lo vemos con claridad, estamos estancados”, añade Monclús. 

El experto de la Fundación Mapfre propone, por ejemplo, que la DGT abandone el Ministerio del Interior y se integre en la estructura del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. Y, sin renunciar a la tarea de regular y vigilar el tráfico, que tenga de esta forma más capacidad decisoria en el terreno de la movilidad.

Esta opinión coincide en apariencia, sin que Navarro lo haya reconocido, con la del director de Tráfico. “Por fin la movilidad está en la agenda de los políticos, y el futuro de las ciudades se juega en el terreno de la movilidad. Las que no resuelvan este aspecto, quedarán atrapadas en el ruido, la congestión y los accidentes”, ha dicho. 

Y ha señalado como relevante la creación del Ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana, así como la elaboración de la Estrategia de Movilidad Segura, Sostenible y Conectada. Será la hoja de ruta de la movilidad en los próximos 10 años, reforzada, cuando se apruebe por la futura ley de movilidad sostenible, un proceso que ha quedado suspendido por el adelanto electoral. 

Pere Navarro ha remarcado también que “esta ha sido la legislatura de la educación y formación, las cuales representan la parte más humana y de más largo recorrido de la política de seguridad vial”. 

Y, entre otras medidas relevantes de los últimos años, el director de Tráfico ha reseñado el desarrollo de las luces V-16 y la regulación de los vehículos de movilidad personal. Igualmente, ha valorado la digitalización del organismo que dirige, con los proyectos miDGT (la aplicación que permite llevar el carné en el móvil) y DGT 3.0, nacido para geolocalizar, en lo posible, los vehículos que se mueven por calles y carreteras.