Marcha atrás para la Euro 7, la normativa que amenaza a los coches diésel

La Comisión Europea no será tan exigente con el techo de emisiones que los motores de combustión deberán cumplir en 2028.

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Una línea de producción en una fábrica de coches.

Los límites de emisiones contaminantes permitidos por la normativa Euro 7, todavía pendiente de publicación, serán menores que los de la actual Euro 6d, pero no tan asfixiantes para la industria de la automoción tradicional. Así lo afirma el borrador del proyecto de ley de la Comisión Europea, al que ha tenido acceso el diario Politico.

Tal y como estaba redactada en origen, la normativa Euro 7 suponía la sentencia casi definitiva para los motores diésel. Este reglamento, que se dará a conocer el 9 de noviembre, exigía en principio una reducción del 50% en las emisiones máximas de óxidos de nitrógeno (NOx) para los coches de gasóleo. En el caso de los de gasolina, el límite iba a rebajarse en un 40%. 

Esto suponía la desaparición, en la práctica, de casi todos los modelos de gasóleo, al menos los más pequeños, ya que cumplir esa normativa exigiría, entre otras obligaciones mecánicas, el uso de catalizadores de gran tamaño y precio muy elevado. 

Sin embargo, la Comisión Europea no exigirá en la Euro 7 una rebaja tan drástica de las emisiones. De hecho, según publica Politico, el borrador sugiere límites al mismo nivel que los vigentes para los automóviles de gasolina bajo la normativa Euro 6 actual. La entrada en vigor de la Euro 7 estaba prevista para 2025, pero, después de varios retrasos, estará en marcha en 2027 o, como muy tarde, en 2028. 

Esta revisión supone un alivio para la industria automotriz, que dispone de menos de 13 años completar la transición hacia la movilidad eléctrica. En 2035, en los países de la Unión Europea no se podrán vender coches nuevos con motores de combustión interna.

Asfixia para las familias y la automoción

“A la luz de las circunstancias geopolíticas y económicas actuales, se ha realizado una revisión final”, indica la Comisión Europea en la introducción del proyecto de ley Euro 7. La crisis energética y el aumento de precio en las materias primas “ejerce una presión sin precedentes sobre la cadena de suministro automotriz y plantea problemas de asequibilidad para los consumidores”, añade el borrador.  

El objetivo de esta marcha atrás de la UE es reducir el impacto económico que supondría esta normativa para la automoción. “Desde la perspectiva de la industria, no necesitamos la Euro 7, porque nos quitará recursos que deberíamos gastar en electrificación”, aseguró el consejero delegado del grupo Stellantis, Carlos Tavares, en el Salón de París.

“No tiene sentido gastar dinero para desarrollar la [tecnología de] combustión interna para ejecutarla en 2028”, añadió.

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