Las ventas de automóviles diésel continúan desplomándose en la mayoría de los mercados europeos. La gasolina cobra fuerza y en España los coches con este combustible han supuesto el 57,3% frente al 36,8% del gasóleo en lo que va de año, una situación bien diferente a la de hace muy poco. Los condicionantes medioambientales aderezados con declaraciones políticas que apunta a su extinción, el consumo cada día menor de los modernos propulsores de gasolina, el acercamiento en el precio de ambos combustibles, el incremento impositivo previsto para este mismo año y la incertidumbre general de los consumidores penalizan como una pesada losa a los diésel, en una situación que se antoja ya irreversible.
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Otra incógnita que también se debería despejar en esta ecuación es la del mantenimiento del vehículo, tanto el preventivo como las propias reparaciones. Y tampoco en este caso el diésel sale bien parado, al menos en base a los datos que arroja el estudio realizado por Autingo, una plataforma digital especializada en calcular presupuestos y pedir citas a través de Internet en talleres de todo el país. Según sus conclusiones, las intervenciones mecánicas resultan más gravosas en general para los coches de gasóleo que para los de gasolina, con diferencias que pueden alcanzar hasta los 280 euros.
La empresa ha analizado el coste de mantenimiento y de reparaciones frecuentes de tres modelos populares como el compacto Citroën C4, el monovolumen Renault Mégane Scenic y el todocamino Honda CR-V. Por lo que se refiere a la conservación del automóvil, se han comparado los precios en los ciclos de 60.000 y 100.000 kilómetros recomendados por los propios fabricantes y en todos los casos excepto en uno (ver cuadro adjunto) la factura es superior para las versiones diésel con diferencias de hasta 280 euros. Esta brecha máxima se produce, en concreto, en la revisión de 60.000 kilómetros del Citroën C4, con un precio de 624 euros para el gasóleo frente a los 344 euros de su hermano de gasolina.
Según Diego Renedo, director de operaciones de Auntigo, la explicación para este fenómeno es simple: “El mantenimiento de un diésel suele ser más elevado porque tiene un motor algo más complejo, con más elementos. Por ello, en la mayoría de los casos la intervención es más costosa que un gasolina, lo que hace cada vez menos rentable comprar un coche de gasóleo”.
La tendencia se replica en el caso de las reparaciones más frecuentes. El estudio ha contemplado, para los mismos modelos, cuatro sustituciones de componentes muy habituales: embrague, pastillas de freno delanteras, bomba de agua y alternador. La más costosa de ellas, como se puede adivinar, es el cambio completo del embrague, que en el caso del Renault Scénic asciende a 838 euros en el diésel frente a los 673 euros del gasolina. Es decir, 165 euros de diferencia que no favorecen al motor de gasóleo, idénticamente a lo que ocurre en la mayoría de los modelos e intervenciones (como se puede comprobar en la siguiente tabla).
Por tanto, al margen de otras cuestiones importantes a la hora de decantase por uno u otro combustible, el del coste de mantenimiento también merece un análisis minucioso por su influencia en el presupuesto general de movilidad. Y, siempre según las conclusiones de este estudio, la rentabilidad de los diésel queda en entredicho, por lo que conviene plantearse la opción de la gasolina o de otras mecánicas alternativas que se adapten a las necesidades del usuario.
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Una vida sobre ruedas. De piloto (malo) de motocross a periodista deportivo en Diario AS, incluyendo una década en los grandes premios de MotoGP. Apasionado de los coches y las motos, en más de 30 años ha tenido el privilegio de probar unos cuantos cientos de unos y de otras. Ahora, subdirector en Prisa Motor.