Cuando desarrollan un coche, lo hacen de tal manera que pueda funcionar, sin problemas, a distintos niveles de temperatura. Lo que no se puede evitar es que las más extremas afecten a su funcionamiento.
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A tenor de los datos proporcionados por Michelin, se calcula que a -5 °C el consumo puede ser un 10% más alto que cuando hay 20 grados. El incremento es más notable en los trayectos cortos en ciudad: en este caso, el aumento puede llegar a superar el 20%.
¿Por qué ocurre esto? La respuesta está en la física. En invierno, el aire frío y seco es más denso que en verano: también el combustible. Teniendo en cuenta que el motor funciona con una mezcla de aire y gasolina, para el mismo volumen, consumirá más.
Todo lo que contribuye a un mayor consumo
Influye, también, el nivel del depósito: si no está lleno, el vacío lo llenará el aire húmedo y frío que termina condensándose. Este es uno de los fenómenos que tienen lugar cuando un coche pasa frío, pero no es el único que está detrás de ese mayor consumo.
En invierno, el motor necesita más tiempo para calentarse y llegar a su temperatura ideal. En los primeros minutos, inyecta más cantidad de combustible en los cilindros para conseguir el mismo rendimiento que en condiciones normales. Por ello, el consumo sube.
Asimismo, baja la eficiencia de las baterías. Cuando la temperatura desciende, el alternador tiene que trabajar más para producir la electricidad que necesita el coche: esto repercute en el consumo.
El frío también puede reducir la energía de la batería y esto obliga al motor a esforzarse más para producir esa energía eléctrica. El uso de los sistemas eléctricos propios de esta época (calefacción, lunetas térmicas o elementos calefactados) incrementará el consumo del coche.
El aceite y los neumáticos
Hay que tener en cuenta que al aceite también le cuesta llegar a su temperatura idónea. Esto merma sus propiedades lubricantes: la fricción de las piezas mecánicas del motor aumenta y al haber mayor resistencia al movimiento, el coche necesita más energía para llevarlo a cabo. Por eso, es crucial precalentarlo.
Finalmente, con el frío, la presión de los neumáticos baja porque el aire de su interior se enfría. Cuando esto ocurre, hay más rozamiento con el suelo… y el coche consume más.
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Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.
